Bulimia Nerviosa Y Sus Efectos Nocivos

 

Los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA) son un conjunto de enfermedades crónicas y psiquiátricas que se caracterizan por patrones inadecuados de ingesta alimentaria, así como de conducta en cuanto al control del peso. Esto provoca en la persona una serie de daños tanto físicos como psicológicos (Madruga, Leis y Lambruschini, 2010).

Rodríguez et al. (2018), afirma que los TCA han experimentado un enorme auge en estos últimos años, siendo las mujeres y, especialmente, las adolescentes el colectivo más vulnerable. Son diversos los factores que condicionan la aparición de este conjunto de trastornos. Sin embargo, son las variables socioculturales las que ejercen una mayor incidencia, como por ejemplo ocurre con el modelo de belleza vigente (la delgadez, alto volumen de pecho), que genera una enorme presión social sobre los individuos. En adhesión, la entrada de las redes sociales en nuestra vida cotidiana ha influido negativamente, debido a la facilidad de acceso hacia ciertos contenidos o bien por comentarios dañinos hacia la persona. A pesar de que, como se ha mencionado, es el género femenino el más afectado por este tipo de trastornos, se plantea la posibilidad de que haya un sub-diagnóstico en los hombres, ya que se estima que hay un caso en varones por cada seis a diez mujeres (Guarín y Gempeler, 2014).

Cabe destacar que los TCA se componen de la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y los trastornos no especificados o atípicos. Este último se emplea cuando algunos de los criterios diagnósticos que caracterizan a la anorexia y a la bulimia, no se cumplen (Madruga et al., 2010).

En relación con lo anterior, es importante diferenciar las particularidades de cada una. Por una parte, la anorexia nerviosa se refiere a una “restricción voluntaria y progresiva de la ingesta alimentaria que conduce a una pérdida continuada de peso de más del 15% de lo esperado para la talla y edad” (Guarín y Gempeler, 2014, p.330). Por otra parte, la bulimia nerviosa presenta dos subtipos: el más frecuente, denominado purgativo, en el cual el individuo lleva a cabo sobre ingestas, atracones de comida, seguidos de purgas, es decir, inducirse el vómito o bien usar laxantes para revertir lo que ha hecho; luego estaría el no purgativo, que se caracterizaría por un comportamiento compensatorio como, por ejemplo, un exceso de ejercicio físico o bien ayunar durante largos periodos de tiempo (Casas, Ortega e Iglesias-Diz, 2003).

A lo largo de este trabajo, pondremos el foco de atención en la bulimia nerviosa, con el fin de acotar y ofrecer una intervención más concreta. De este modo, podremos proporcionar información específica sobre este trastorno, causas y consecuencias, cómo se puede prevenir y cuáles son los factores de riesgo que puede aumentar las probabilidades de padecerlo.

Así pues, desde una perspectiva histórica observamos que en el libro de Fairburn (1995) afirma que la bulimia en los años 70 era inusual hasta que a mediados de ese mismo año se definió como emergencia. Así pues, la primera evidencia apareció tras la publicación de los informes llamados “síndrome del atracón – purga’’ en estudiantes universitarias estadounidenses.

No obstante, el origen y las causas de la bulimia nerviosa continúan siendo desconocidas, por lo que se ha propuesto un modelo multifactorial para explicar los motivos por los que se produce. Se han identificado variables neurobiológicas, psicosociales (baja autoestima, alteraciones emocionales) o, incluso factores familiares (Sierra, 2005).

En consecuencia, la bulimia nerviosa presenta una serie de efectos nocivos, no solamente a nivel físico sino también a nivel psicológico. Entre ellos destacamos la impulsividad, la baja autoestima, la aparición de síntomas depresivos, ansiedad e, incluso un posible consumo de alcohol y otras drogas (Rodríguez et al., 2018).

Asimismo, cabe mencionar que la bulimia nerviosa continua siendo uno de los trastornos más invisibilizados, puesto que, por un lado, los cambios que puede llegar a sufrir la persona a nivel físico no son tan evidentes, y, por otro lado, existe un mayor desconocimiento de esta, pasando así más desapercibido (Gómez et al., 2012).

Por consiguiente, resulta fundamental la intervención con esta persona. Encontramos múltiples y variados tipos de intervención, siendo las más comunes la psicoterapia individual y el grupo de autoayuda (Sierra, 2005). Sin embargo, en casos de mayor gravedad se recurre a la hospitalización. Además, en numerosas ocasiones se requiere el uso de psicofármacos para poder hacer frente al trastorno. Igualmente, si queremos desarrollar una intervención apropiada, es preciso planificarla de forma personalizada para el sujeto. Además, puesto que se trata de un problema complejo, se hace necesaria la existencia de un equipo interdisciplinar, compuesto por diferentes profesionales de distintas disciplinas como son nutricionistas, psicólogos/as, médicos/as… De este modo, se podrá obtener una visión global y holística para el tratamiento de la bulimia (Madruga, et al., 2010).

Es trascendental que no sólo tratemos a aquellas personas que ya tienen algún tipo de TCA, sino que también llevemos a cabo una labor de prevención hacia la población más vulnerable. La prevención en los colegios y no sólo con los y las jóvenes, sino con familias y profesionales es de vital importancia para poder frenar futuros casos. Así pues, destacamos el Programa de Prevención y Promoción de la Salud de Fundación Imagen y Autoestima, desarrollado en la comunidad autónoma de Cataluña. Dicho programa consta de varios apartados: a) talleres educativos para niños y adolescentes; b) formación para profesorado y equipos psicopedagógicos; c) formación para familias; d) asesoramiento a los equipos psicopedagógicos y tutores; y e) acompañamiento (Associació contra l’Anorèxia i la Bulímia, sf).

En España, son alrededor de 400.000 personas las que sufren algún tipo de desorden alimenticio. Debemos tener en cuenta, que tienen una mayor incidencia en la adolescencia, siendo la tercera causa de enfermedad crónica. Cabe mencionar ciertos datos sobre la población española, como, por ejemplo, que el 70% de las chicas se sentiría más a gusto con su cuerpo si estuviera más delgada o, que el 60% tiene una recaída (La Vanguardia, 2019). 

07 Jun 2021
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