Comparación de la Experiencia Personal de Educación en Escuela Española con Educación Noruega

Este curso de Ideología y escuela pública me ha servido para reflexionar sobre ciertos temas referentes a la educación que no me había planteado siendo una estudiante. Desde la existencia de modelos educativos que en España no son muy comunes hasta la influencia de ciertos temas, como la religión, dentro de las aulas y su impacto tanto en el alumnado como en el profesorado.

Sin embargo, y debido a la situación en la que nos encontramos, el confinamiento me ha hecho reflexionar sobre el uso de las nuevas tecnologías para dar clase y de cómo nuestro modelo educativo no parece funcionar correctamente si no es de la manera tradicional.

Desde mi punto de vista, el sistema educativo actual no es lo suficientemente bueno como para seguir impartiéndolo o al menos no de la forma en la que se está llevando a cabo. Ir al colegio, a la escuela secundaria, y hasta obtener un diploma, no quiere decir que ese estudiante haya aprendido mucho. Con la enseñanza se insiste solo en el aprendizaje de conocimientos y habilidades pero eso no es educar a los alumnos aunque estos lo aprendan.

Ni siquiera lo que se llama educación en valores es tal si los valores que se transmiten son los dominantes en una sociedad y no se le permite al alumnado conocer todos, solo los considerados “buenos”.

El éxito de la escuela es otro tema que creo que también debería comenzar a cambiarse. A los alumnos se les califica siguiendo unos criterios impuestos por la sociedad de lo que deberían aprender y lo que no y, posteriormente, se les da una nota que evalúa si los ha memorizado correctamente o por el contrario necesita volver a aprenderlos.

¿Ser capaces de memorizar unos poemas te hace más inteligente que aquel que es más hábil en otro ámbito como los deportes o el arte? ¿Es mejor aquel que sabe resolver complejos problemas matemáticos a aquel que es bueno pintando? Según el sistema actual, sí. Las personas que obtienen mejores calificaciones y, por ende, son mejores al momento de memorizar, son valorados mejor por la sociedad que aquellos con calificaciones negativas a pesar de que destaquen en otros ámbitos extracurriculares.

No estamos siendo motivados a pensar por nosotros mismos, a tener nuestras propias ideas o a dar nuestra opinión razonada, nos vemos en la obligación de repetir lo que los profesores nos enseñan y aparece en los libros de texto, como en una producción en cadena.

Lo peor de todo es que hemos considerado este modelo como lo normal, así que a casi nadie le extraño y por lo tanto no hay demasiados indicios de un cambio. Siempre ha sido así, los profesores enseñan y los alumnos memorizan.

Por desgracia, en la escuela no te enseñan a pensar por ti mismo, ni a dar tu opinión, ni siquiera a contrastas opiniones. Incluso si tienes la suerte de encontrarte con un maestro excepcional, que escucha cuando le hacea preguntas que no figuran en el programa y te las resuelve a pesar de salirse del tema de la clase no es suficiente para derrumbar y mejorar el sistema educativo. 

Para llevar a cabo ese cambio del que hablo, necesitamos buscar nuevos métodos y formas de acceder a la educación, nuevas formas para personalizarlas y ofrecer un abanico propio de especialidades al alumnado. Esto requiere que la educación abra las puertas del aula y se haga más interactiva, móvil, global y flexible.

Desde mi experiencia personal y basándome en mi propio colegio, las escuelas tradicionales no están equipadas para dar este salto. Cambiar de una educación basada en la repetición y la memorización a una educación más individualizada, no es tarea sencilla como estamos observando durante el confinamiento, pero comienza a ser necesaria sobre todo con la llegada de las nuevas tecnologías. 

Los nuevos modelos educativos que se deberían proponer tendrían que apostar por una formación individualizada, centrada en las capacidades de cada niño u adolescente, que trabaje las fortalezas y las dificultades de forma personalizada sin dejar a nadie atrás y sin hacerles pensar que si no saben resolver cierto problema matemático o no se les dan bien los idiomas son un fracaso.

Esta personalización, que ya están aprovechando otras industrias es posible gracias a las nuevas tecnologías por suerte cada vez más presente en la educación mediante cursos online o tablets en las aulas. 

Cada vez hay más iniciativas innovadoras que proponen nuevos modelos educativos y una nueva forma de aprovechar el aula de clases, aunque también se debería comenzar a pensar en otros métodos de evaluación distintos a los tradicionales.

Desde mi punto de vista hay dos puntos que son muy importantes para que el sistema tradicional que se imparte se comience a modernizar.

El primer punto es la falta de tecnología en las aulas y en la vida escolar de los estudiantes. En mi colegio, concertado y católico, las únicas tecnologías que tenía el centro eran las pantallas de proyección y la sala de informática, la cual solo se usaba una vez a la semana.

Muchos estudios demuestran que el uso abusivo de las pantallas causa la pérdida de visión y otros problemas de salud en los niños pero yo me pregunto ¿Saben cuál es el peso de la mochila que deben cargar todos los días? ¿Cuánto tiempo emplean al día copiando enunciados que no son necesarios?

Por supuesto que muchos lo han pensado pero nadie había dado con una solución hasta hace relativamente poco. El uso de la tablets o portátiles en las aulas soluciona estos problemas e incluso favorece al conocimiento que estos niños tendrán sobre el uso de la tecnología en el futuro, cosa que mi generación tiene algunos fallos para controlar.

El otro punto a mencionar sería la participación directa del profesor en la enseñanza del niños. Tuve una profesora que me llamó mucho la atención de pequeña cuando en vez de mandarnos trabajos como el resto, nos poníamos a jugar en clase con juegos que ella misma fabricaba sobre el tema.

Esa maestra no nos hacía leer en casa o copiar ejercicios, su tarea siempre era observar el entorno y llevar preguntas para la siguiente clase. Teníamos muchos trabajos en grupo también, al principio con nuestros amigos para hacernos sentir más cómodos y luego íbamos rotando dependiendo del tema.

Me gustó mucho este modelo para equilibrar el nivel de la clase. Los alumnos más aventajados en ciertos temas eran más autónomos, ayudaban a sus compañeros y no se aburrirán porque los problemas se pueden adaptar a las capacidades de cada estudiante. 

Por otro lado, los alumnos que presentan algunas dificultades se beneficiarán también porque la profesora podía prestarles especial atención y el resto los apoyábamos sin presiones. Ahora me doy cuenta de que ese tipo de clases no solo nos enseñaban cosas prácticas sino también valores como la empatía y el trabajo en equipo.

En las aulas del futuro la educación será más accesible para todos los que tienen más problemas económicos o algún tipo de trastornos podrán ser favorecidos por este nuevo sistema. 

Los profesores determinarán que tipo de ayuda necesita el alumno, como pueden brindársela y el tipo de método que es más apropiado para llevarla a cabo utilizando esas nuevas herramientas tecnológicas y alejarnos del modelo tradicional que tan anticuado se ha quedado.

En conclusión, el modelo actual debería ir cambiando y adaptándose a las nuevas tecnologías que proporcionarían, no solo un aprendizaje más profundo de los conocimientos por parte del alumnado sino que también una mayor libertad a la hora de impartir. Las habilidades básicas, como la autonomía y el trabajo en equipo se impartirían desde muy pequeños y se les enseñaría a su vez en valores y educación.

Para realizar esta reflexión he estado investigando sobre el sistema educativo noruego, que es alabado en el mundo docente, y lo he comparado con lo que conozco de primera mano de la educación en los centros de España. Por supuesto siempre hay excepciones y hay escuelas “mejores” que otras pero yo me he basado en mi experiencia personal.

30 August 2022
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