Consumo Del Tabaco En La Adolescencia

Introducción, influencias y presión social

Cuando hablamos de alcohol , hablamos la sustancia más presente en el consumo de drogas en adolescentes. La OMS define al alcohol como” una droga depresora del Sistema Nervioso Central que inhibe progresivamente las funciones cerebrales , afectando a la capacidad de autocontrol , produciendo inicialmente euforia y desinhibición , por lo que puede confundirse con un estimulante”. Para elaborar un estudio completo , primero remontarnos a cómo se inicia este consumo y por quién.

Origen del consumo del alcohol en adolescentes

La OMS define el alcoholismo como: “un estado psíquico y habitualmente también físico resultado del consumo del alcohol, caracterizado por una conducta y otras respuestas que siempre incluyen compulsión para ingerir alcohol de manera continuada o periódica, con objeto de experimentar efectos psíquicos o para evitar las molestias producidas por su ausencia”

Consecuencias sociales

Hay que dejar de lado las consecuencias fisiopatológicas que tiene el consumo del alcohol para poder centrarnos también en la importancia que tienen los efectos del alcohol en las relaciones humanas y en el comportamiento ya que de esto deriva al aumento de accidentes ya sean laborales, domésticos, de tráfico… por su consumo, también es importante tener en cuenta los problemas de convivencia que surgen a raíz del consumo del alcohol como disputas, discusiones o agresiones. Un problema que nos encontramos es que alrededor de un 20% de las personas que beben habitualmente reconocen que tienen problemas casi a diaria con personas de su círculo cercano. También es un problema la falta de que nos encontramos con este tema

El tema del alcohol en adolescentes es un problema que nos encontramos en la salud de estos jóvenes, según una encuesta reciente realizada en un colegio de secundaria en España (ESTUDES 2014-2015), “el 76’8% de los adolescentes entre 14 y 18 años consumieron alcohol en el último año y el 68’2% en el último mes”.

Debido a los porcentajes tan altos de este estudio es interesante conocer qué factores originan el consumo del alcohol en los adolescentes, entonces el estudio siguió adelante para llegar al núcleo del asunto. El estudio constaba de una muestra de 708 adolescentes, los cuales fueron evaluados en dos partes, una parte fue en el momento de estudio y la otra al año para ver la evaluación y con la intención de poder hallar factores predictivos con certeza. El predominio del abuso del alcohol en el momento del experimento es de 25’56%, sin embargo al año fue de un 49’72%. Debido a esto y mediante análisis se obtiene que las variables que predicen de forma notable al tiempo de un año el consumo del alcohol son abuso previo del alcohol en el momento, abuso previo de drogas, padres que asisten a sus competiciones deportivas, problemas de relación con compañeros y ausencia de comportamiento prosocial, es decir, una especie de rutina o conducta de beneficiar y ayudar a los demás. ‘A la vista de nuestros resultados se puede concluir que, en adolescentes, los trastornos externalizantes parecen ser factores determinantes de consumo de alcohol a medio plazo”.

Dependencia y malestar físico-psicológico

El consumo de alcohol es un problema de gran escala, no ya solo por los problemas de salud pública, siendo considerado como uno de los factores principales de muerte, también puede provocar trastornos psicológicos, enfermedades cardiovasculares, etcétera. Este, puede dañar incluso el tejido social con factores económicos, y también, puede separar familias enteras (Organización mundial de la salud, 2010). Se ha reportado que, en América el consumo de este en adolescentes tiene un patrón de baja frecuencia, pero de alta ingesta en una ocasión, antes de los 14 años (Organización Panamericana de la Salud, 2015). La adolescencia, suele considerarse como una fase de constantes cambios, en las que el adolescente destaca por tener un interés sexual, la integración grupal y el desarrollo de una autoimagen social (Heredia y Davila, 2013). Cada adolescente, tiene un contexto determinado, y hay millones de estos que tienen en común tomar responsabilidades propias de adultos a su temprana edad, llevándolos a tener malestar emocional (UNICEF, 2002). En una fase de claro malestar, el adolescente puede guiarse al consumo de drogas, siendo comunes el alcohol y tabaco, con tal de disminuirlo (Poncela, 2014). A través de un estudio que buscaba recopilar datos biológicos, sociales y características del consumo de alcohol, se pretendió relacionar dichas variables con el malestar emocional en adolescentes Mexicanos. Los resultados demostraron que los adolescentes tendían a sentirse relajados, aburridos, pasando de la alegría a la tristeza fácilmente e irritados, siendo las mujeres las que más lo padecen. Pero el sexo femenino, también sienten de en mayor medida el miedo o disgusto, influyendo en la memoria a largo plazo, siendo más susceptibles a recordar las situaciones emocionales (Spalek et al., 2015). Se recogió que el 64 % de adolescentes presentaba el citado malestar emocional, de acuerdo así con las investigaciones internacionales (Silva, Gálviz, Flores y Machuca, 2013), que dictan que en la etapa adolescente, son adquiridas y desarrolladas un nuevo abanico de habilidades, la vida social puede ser dificultosa y las relaciones entre nuestros familiares cambian constantemente, además de que también se aplican las actitudes y valores adquiridos durante la infancia. Por último, se hacen cada vez más frecuentes pensamientos acerca de la propia identidad personal, y sobre cuál será el futuro que tendrán, siendo muy incierto en esta etapa. Estos cambios afectivos, psicológicos o fisiológicos pueden hacer que cambie la forma en la que los adolescentes se relacionen con los demás, y en sí, la manera en la que ven el mundo. Ya situándonos en España, un grupo de investigadores valencianos, concordaron, con las investigaciones anteriores que de hecho, hay mayor malestar emocional en los adolescentes que no han consumido alcohol, que señalan que los problemas de los adolescentes han de señalarse al contexto en el que se desarrollan, destacando el ámbito familiar y escolar, que pueden acarrear problemas como la depresión, estrés y ansiedad, una baja autoestima y dificultades a la hora de integrarse socialmente (López, Ochoa, Olaizola, 2005). Se evidenció que los adolescentes, utilizan un mecanismo para tener de vuelta dicho equilibrio emocional, bebiendo alcohol para pasar a un estado de placer y positividad, relajándose y reduciendo el estrés (Delgado, 2012). Entre las emociones durante la ebriedad que presentan, destacan ser más intolerantes, menos agresivos y más reactivos (Escobedo, Cuevas, Cuervo y García, 2012), además de sentirse inmortales e omnipotentes, tienden a probar otras drogas, o ingerir más alcohol (Diz y Ventura, 2014), llevándolos a dañar un adecuado desarrollo del cerebro, dañando las funciones ejecutivas (García, Ruiz y Alzina, 2014). Por lo tanto, el malestar emocional puede llegar a desencadenar comportamientos perjudiciales para los adolescentes, viendo como solución el consumo de alcohol para equilibrar dicho malestar, buscando sentirse mejor a través de esta sustancia.

 Factores preventivos y de riesgos

El consumo de bebidas alcohólicas en las reuniones sociales es frecuente en muchos lugares del mundo, pero puede tener consecuencias sanitarias y sociales negativas relacionadas con sus propiedades tóxicas y la dependencia que puede producir. A lo largo de los años diversos estudios coinciden en lo referente a, que mientras con mayor antelación se produzca el uso de sustancias, mayor es la probabilidad de desarrollar un trastorno de consumo de sustancias en la adultez (Dennis, Muck, Dawud-Noursi y McDermeit, 2003). El consumo de alcohol en adolescentes ha provocado grandes gastos para los sistemas de salud pública, este consumo en jóvenes se ha relacionado con graves consecuencias económicas, de salud y concretamente sociales. Se calcula que el uso nocivo del alcohol causa cada año 2,5 millones de muertes, y una proporción considerable de ellas corresponde a personas jóvenes (Shield, Parry y Rehm, 2013). El consumo de bebidas alcohólicas ocupa el tercer lugar entre los principales factores de riesgo de mala salud en el mundo. Una gran variedad de problemas relacionados con el alcohol pueden tener consecuencias devastadoras en las personas y sus familias; además, pueden afectar gravemente a la vida comunitaria. “El uso nocivo del alcohol es uno de los cuatro factores de riesgo de enfermedades no transmisibles importantes que son aptas de sufrir una modificación y prevención. También están surtiendo indicios de que dicho uso contribuye a aumentar la carga de morbilidad relacionada con enfermedades transmisibles como, por ejemplo, la tuberculosis y la infección por el VIH/sida” (OMS, 2010). Claramente, este tipo de consumo y sus consecuencias son un gran problema de salud pública al que la sociedad debe hacer frente. Por lo que, los programas de prevención van encaminados principalmente a tratar de reducir los daños de un consumo existente y el consumo problemático. Entre los acercamientos psicológicos que mayor crecimiento han tenido en los últimos años se encuentran las terapias cognitivo conductuales de tercera generación. Entre estas intervenciones se conocen las Intervenciones basadas en Mindfulness (MBIs), la terapia dialéctica conductual (DBT) o la terapia de aceptación y compromiso (ACT). Dichas intrusiones han confirmado su certeza en una gran variedad de problemas de salud mental, concretamente en depresión y ansiedad (Hofmann, Sawyer, Witty y Oh, 2010). Muchas investigaciones han girado en torno a descubrir los factores que contribuyen directamente a la inclinación de una persona a la tendencia continuada en el consumo de alcohol y coinciden en que existen tanto factores contextuales y sociales como factores individuales. Comenzando con los factores contextuales, un ejemplo claro relacionado con el uso de alcohol en la adolescencia es haber padecido un pasado de alcoholismo en la familia, lo que se solidariza directamente con un mayor consumo de alcohol y ser más propenso a los problemas relacionados con dicha sustancia (Leeman, Fenton y Volpicelli, 2007). Otro factor contextual que nos encontramos son las reuniones sociales con amigos y el uso de drogas por parte de ellos (Silveri, 2012) o los eventos estresantes como por ejemplo los exámenes, están relacionados directamente con el efecto sobre el comienzo y la regularidad del consumo (Enoch, 2011). Como factores individuales, uno de los más trabajados en proporción con este tema han sido un necesitado control inhibitorio (Nixon, 2013; Leeman et al., 2014) o determinados rasgos de personalidad como búsqueda de sensaciones (Noel, 2014) o impulsividad (Pearson y Henson, 2013). Dichas causas expresan una afinidad positiva con el uso de sustancias en los jóvenes. Los factores más importantes en varones son; divorcio de los padres, síntomas depresivos, tiempo pasado con amigos y hábito de un consumo alto de alcohol. En mujeres jóvenes, los factores son; hábito de un consumo alto de alcohol y fumar frecuentemente (Huurre et al. 2010). Sin embargo, alguna de las variables propias que más se han relacionado al uso de alcohol es la presencia de problemas emocionales, que pueden a la vez oprimir cómo mantener el consumo. En cambio, nuevos estudios prolongados expresan que hay contradicciones de género en esta entidad. Por ejemplo, se demostró que solo en mujeres, presentar síntomas depresivos a los 10 años, se asocia tres años más tarde, con un aumento en el riesgo de presentar un consumo perjudicial de alcohol en la adolescencia temprana.

Consecuencias

Hoy en día, en nuestra sociedad, el alcoholismo constituye uno de los principales problemas de salud a escala mundial. Sus consecuencias repercuten negativamente en los planos psicológicos, social y biológicos. Una de las definiciones de alcoholismo más aceptadas por el Comité de Expertos de la Organización Mundial de la Salud fue: “’El alcoholismo es un trastorno conductual crónico, manifestado por repetidas ingestas de alcohol, excesivas respecto a normas sociales y dietéticas de la comunidad y que acaban interfiriendo la salud o las funciones económicas y sociales del bebedor.’ (Huss, 1849). (González, 2004) . En Cuba, se manifiesta una tendencia mundial de aumento del consumo durante los últimos 15 años, donde existe un alto riesgo y una actitud tolerante ante su uso indebido. (Fagundo, 1998) (Sandoval, 2001) (Minsap, 2002) (Minsap, 1997). Un estudio con enfoque en los jóvenes, donde el alcoholismo constituía uno de los principales problemas detectados en el Diagnóstico de Salud Mental del área, quería explorar unos objetivos entre los cuales querían identificar:

  • Las condiciones que propician el consumo de alcohol.
  • Describir los factores de riesgo que influyen en esta problemática.
  • Explorar los conocimientos, actitudes y prácticas en relación con el alcoholismo.

 

Se realizó una investigación comprendida entre el 1 de abril y el 31 de diciembre de 2005, donde fue utilizado el método investigación cualitativo. En los análisis, se detectaron los siguientes criterios:

  1. Se considera que hay un aumento del consumo entre los hombres, una práctica que comienza en la etapa de la adolescencia y continúa en el adulto mayor. Hay mayor facilidad para tomar en lugares públicos, a los que se une el incremento indiscriminado de puntos de venta.
  2. La mayoría de participantes, coinciden en que toman este tipo de bebidas para entretenerse, divertirse, compartir con los amigos, etc.
  3. Consideran al alcoholismo como un vicio y no como una enfermedad y que una persona es alcohólica cuando no puede dejar de tomar este tipo de bebidas sin que tenga temblores o se sienta mal.
  4. Indicaron que entre las consecuencias del alcoholismo, existe una repercusión socio-familiar, en la que se incluye: violencia, agresividad, agresiones, actos delictivos, violencia intrafamiliar, etc.
  5. Entre los factores que más influyen para que un sujeto se convierta en alcohólico, se encuentra: tomar frecuentemente, vivir en un medio habituado al consumo (influencia social), problemas familiares, poco empleo útil del tiempo libre y recreación.
  6. Propusieron efectuar actividades educativas e informativas sobre el alcoholismo y sus consecuencias, dirigidas a la población y, especialmente, a los jóvenes.
  7. Fue un criterio a tener en cuenta, el que estaban de acuerdo en que las soluciones al problema no dependen solamente de lo que puedan hacer en la comunidad, sino también de medidas gubernamentales.

 

Tras estos análisis, se llegó a conocer las conductas toleran, distorsionadas y la deficiente información sobre esta problemática por parte de la población. (Fagundo, 1998) (Castañeda, 2005) (Sandoval, 2004). Fueron identificadas condiciones que influyen en el medio social que propician el consumo y la práctica calificada como conductas de riesgo para los trastornos del alcoholismo. A través de la técnica cualitativa utilizada, la población expresó ideas para establecer estrategias y formas de actuación para ponerle una solución a este problema. Repetido anteriormente, una de las soluciones sería que no depende solamente de la comunidad sino también de medidas gubernamentales. 

 

Bibliografía

  • Bousoño,M., Al-Halabí,S., Burón,P., Garrido,M., Díaz-Mesa, E. M., Galván, M., … Bobes. G. (2019). Factores predictores del consumo de alcohol en adolescentes: Datos de un estudio prospectivo de 1 año de seguimiento. Adicciones Vol 31(1), pp. 52. doi:0214-4840
  • Lerma-Cabrera, J.M., Steinebach, P., Carvajal, F., Ulloa, V., Cid-Parra, C., y Langer, A. (2015). Factores de riesgo asociados al consumo problemático de alcohol en la adolescencia: El rol preventivo de mindfulness. Psychology, Society, & Education, Vol.7, (Nº 1), pp.57-69.
  • Cicua, D., Méndez, M., y Muñoz, L. (2008). Factores en el consumo de alcohol en adolescentes. Pensamiento psicológico, Vol. 4, (N°11), pp. 115-134 Recuperado de: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3091227
  • Telumbre, J., López, M.A., Edith, L., Velázquez, O.D., Torres, R. y Esparza, S.A. (2018). Relationship of emotional distress and alcohol consumption in adolescents. Journal Health NPEPS, 3(1), 38-50. doi: 10.30681/252610102758
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19 Jun 2021
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