Desigualdad: Los Casos De Chile Y Nueva Zelanda

Introducción

Con el estallido social ocasionado el 19 de octubre del 2019 con el lema “Chile Despertó”, se situó en la contingencia nacional una serie de demandas sociales asociadas a la desigualdad de ingresos en la ciudadanía, una agenda que se ve reflejada en la precariedad de un gran sector de la sociedad para acceder a bienes y servicios básicos de calidad, como salud, educación o pensiones, entra otros.

Si bien existen diversos indicadores para medir la desigualdad en un país, el método más acertado para realizar comparaciones múltiples con otros países o regiones; es el coeficiente de Gini, el cual en principio, toma valor de 0 para una perfecta equidad y valor 1 para una perfecta inequidad, es decir, si en una población tenemos dos individuos y uno de ellos cobra todo el salario de su sociedad, dicha población tomaría un valor de 1, por el contrario, si todos los miembros de dicha población cobraran un salario en partes iguales, esta tomaría un valor de 0. Aunque esta explicación es bastante general para lo complejo que pueda ser en la práctica, la aplicación de dicho coeficiente nos servirá para orientarnos al momento de ver los índices de desigualdad que presenta Chile en comparación a otros países durante su historia.

El presente documento desarrollará un análisis sobre la situación de desigualdad en ingresos experimentada tanto en Chile como en Nueva Zelanda, para ello se estudiaron diversos artículos y documentos académicos de reconocidas casas de estudios de sus respectivos países y de instituciones locales, de manera que se tenga un conocimiento y una visión interna e internacional de sus situaciones para luego poder realizar directa comparación entre ellos y realizar una conclusión crítica respecto a cómo han abordado este fenómeno. El objetivo principal de dicha comparación y análisis es conocer dos polos totalmente diferentes, buscar y mostrar elementos en común, además de sus propias diferencias que puedan ser un componente considerable por el cual cada país ha enfrentado con éxito (o fracaso) su desigualdad social.

El caso de Nueva Zelanda

Des O’Dea, académico de la Universidad de Otago de Nueva Zelanda en su documento “Los Cambios en la Distribución del Ingreso en Nueva Zelanda” señala que durante la década de 1980 a 1990, la percepción en la desigualdad ha aumentado en el país, lo que ha llevado a una situación actual de un amplio debate y posturas acerca de los índices y los factores sociales que han sido responsables de generar cambios o aumentos en la desigualdad, considerando la distribución del ingreso como un factor en el bienestar social e individual en un tiempo determinado y que se ha caracterizado por su dinamismo durante la mencionada década y posterior a ella, inclusive hasta en la actualidad, es decir, la desigualdad de ingresos en Nueva Zelanda presenta cambios no necesariamente por el aumento de ingresos de un sector en comparación a otro, sino más bien por el cambio en el cual grupos individuales o familiares han pasado de pertenecer a sectores con ingresos más altos en un cierto periodo a sectores con menores ingresos en otros periodos posteriores y viceversa, una movilidad que se ve reflejada en indicadores de desigualdad de corto plazo debido a factores como la ocupación laboral (cuyos ingresos se determinan en plazos cortos) en los cuales un porcentaje considerable se mantendría en dicho sector, ya que la movilidad de un sector a otro sería muy poco probable, pero que en un largo plazo representaría un aumento en la desigualdad por un sector caracterizado principalmente por factores de desarrollo a largo plazo que influirían en sus ingresos, tales como la educación recibida, los antecedentes familiares o el desarrollo de habilidades que podría superar la movilidad y el dinamismo en los ingresos de un sector a otro, es decir, los sectores que presentan un acceso a herramientas de desarrollo a largo plazo, tienden a aumentar sus ingresos y por lo tanto aumentando la desigualdad, lo que explicaría ese considerable aumento durante la década de los 80 y 90 de un 60% de desigualdad de ingresos entre los empleados de aquel periodo, lo que ha concluido en una percepción de bienestar social desigual.

Si bien existen muchos otros elementos, factores, características y casos que nos permitan entender mejor como Nueva Zelanda presenta su desigualdad de manera más específica, basta con conocer y tener presente lo anterior como una base, para luego comprender como el país ha enfrentado esta denominada crisis de desigualdad en diferentes aspectos de bienestar social a través de políticas cuyo objetivo sea de reducción del fenómeno.

Según el documento “Entendiendo la desigualdad. Diseccionando las dimensiones, datos y debate” del Instituto de Investigación Económica de Nueva Zelanda (NZIER, por su cifra en inglés), nos indica que la distribución de los ingresos ha sido más igualitaria respecto a décadas anteriores, bajando en un 0,8 según el coeficiente de Gini, una disminución bastante considerable respecto a otros países según datos de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), Para lograr esta disminución el país ha implementado un estudio de medidas clasificatorias de la desigualdad, la cual se divide esencialmente en dos: medidas absolutas y medidas relativas, la primera intenta medir la pobreza en un contexto de desigualdad, las cuales se han enfocado en mínimos absolutos de ingresos y gastos en el acceso a recursos por parte de la comunidad, sin embargo, satisfacer estos mínimos nunca han sido efectivos ni exitosos, principalmente porque necesitarían abarcar una gran gama de cosas para las personas y que además valorarían de manera muy diferente, llegando a que recursos que se consideran lujosos se conviertan en básicos. La conexión a internet es un buen ejemplo de lo anterior en el país, si hace unos 30 años eran considerados lujosos hoy representan un gasto básico de un hogar. Por otro lado, las medidas relativas las han estudiado de manera mucho más especificas para brindar soluciones propias, enfocándose directamente en los ingresos de los hogares y no necesariamente en los gastos mínimos, agrupando factores como la cantidad de ingresos, salarios y su movilidad en el tiempo (como lo vimos anteriormente), su distribución, la provisión de servicios gubernamentales, las opciones de ahorro, y cualquier dato estadístico o sociodemográfico que se enfoque en primera instancia, medir la influencia que tiene en la desigualdad para posteriormente enfrentarla una a una. Desde la implementación de estos estudios considerando los diversos componentes relativos, se ha logrado disminuir la desigualdad especifica y la desigualdad general a nivel nacional.

El caso de Chile

Según el libro “Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile” del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, nos presenta un escenario en el cual la desigualdad ha presentado un constante aumento, ya sea considerable o no, ha seguido esa misma línea durante más de 30 años con periodos relativamente cortos de moderación. Lo anterior debido a reajustes recesivos que repercutieron en desempleo y en los ingresos; la privatización de empresas públicas lo cual tuvo consecuencias en que un cierto sector no sólo tuviera una alta concentración económica, sino también de poder político. Esto repercutió de manera excluyente a varios grupos y sectores de la sociedad para tener acceso a servicios básicos de desarrollo como la salud, educación o vivienda, principalmente por la amplia y variada diferencia en los ingresos que le han impedido acceder en una condición de igualdad. Estos factores claves para el desarrollo humano hacen que exista una movilidad en los ingresos ampliamente relativa, es decir, en una sociedad de cuatro clases: bajas, medias bajas, medias y medias altas o altas, sólo algunos sectores han resultado optimistas en cuanto a su progreso en comparación a generaciones anteriores, pero que sin embargo, siguen teniendo una percepción de que las clases medias altas y altas tienen una mayor ventaja respecto a las demás, llevando a que dicho optimismo también sea relativo, donde la distribución de oportunidades, de ingresos y seguridad social son causas de una reproducción de la desigualdad en el país.

Si existe un mayor optimismo por parte de los sectores vastos de la sociedad, ¿Por qué la sociedad chilena, teniendo mayores accesos a servicios de desarrollo humano siguen teniendo índices altos de desigualdad?

El ex ministro de Chile y ex rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Roberto Pizarro da indicios generales a una respuesta a la interrogante en su artículo “Desigualdad en Chile: Desafío económico, ético y político”. Señala el gran desinterés que ha tenido el poder político de disminuirla y que no ha tratado los factores de desarrollo humano como medida para disminuir la desigualdad, sino más bien como un servicio o bien por el cual los sectores sólo requieren un acceso, ignorando la calidad o el propósito de estos. En primer lugar, el interés por reducir la desigualdad en el país fue un tema que surgió recién en el 2004, 31 años después de que se implementaran modelos socioeconómicos e institucionales que la habían aumentado. Hasta entonces sólo se han realizados medidas e indicadores formales de manera general, mientras que la desigualdad en medidas relativas sólo han sido estimaciones basados en la percepción, lo que ha resultado en reformas ineficientes para enfrentarla desde sus bases, es decir, mientras no se disminuyan las desigualdades específicas (salud, educación o vivienda), es prácticamente imposible disminuir la desigualdad general de ingresos.

Conclusión

En conclusión, Nueva Zelanda y Chile han presentado contextos bastante similares, situaciones y elementos que han compartido en distintos momentos de su historia, sin embargo, su gran diferencia reside en el nivel de atención que han tenido las autoridades gubernamentales para enfrentar la desigualdad como un problema que hay que disminuir (como el caso de Nueva Zelanda) y no como una consecuencia o un estado que hay que evitar aumentar (como el caso de Chile). Mientras que el país oceánico se ha enfocado en estudiar su desigualdad de manera relativa y disminuirla en factores bases como la educación, la vivienda, la salud o el trabajo, Chile sólo se ha enfocado en una desigualdad general o absoluta, la cual se centra en no aumentarla más. Lo anterior se ha visto reflejado en dos puntos principales: El primero es que Nueva Zelanda tiene una mayor movilidad en los ingresos, es decir, existe una alta probabilidad de que sectores de clases bajas logren pertenecer a clases medias o altas, mientras que en Chile la probabilidad es muy baja y que sólo se limita a que las distintas clases tengan un acceso mínimo absoluto a ciertos recursos, en el cual Nueva Zelanda ha aprendido que estas medidas son realmente ineficientes y que por lo tanto es necesario que se apliquen medidas relativas, caso que Chile no ha considerado. El segundo y que tiene una relación directa con el primero, es la gran diferencia en la disminución de la desigualdad en ambos países, en donde las comparaciones con Chile lo terminan posicionando como uno de los países mas desiguales entre los miembros de la OCDE, llegando inclusive a tener una diferencia cercana a los 20 puntos con Nueva Zelanda. Además de lo anterior, el rol del Estado de cada país ha sido clave para lograr disminuirla, tanto en su presencia como ausencia en distintas materias, mientras que el Estado Neozelandés se enfoca en una intervención directa y por sobre todo temprana para reducir la desigualdad, considerando datos estadísticos, demográficos, entre otros. Chile, mediante un rol de Estado Subsidiario, enfrenta el fenómeno de manera mucho más indirecta, ignorando datos estadísticos o demográficos y ejerciendo solo una garantía de confianza en los grupos intermedios para lograr que no aumente, medida amplia y absoluta que no ha tenido los resultados esperados y que, por lo tanto, haya desencadenado el más reciente estallido social.

Bibliografía

  1. O’Dea, D., 2000. The Changes in New Zealand’s Income Distribution, Wellington : s.n.
  2. Pizarro, R., 2005. Desigualdad en Chile: desafío económico, ético, y político. Polis.
  3. PNUD, 2017. Desiguales. Orígenes, cambios y desafíos de la brecha social en Chile. Primera ed. Santiago de Chile: Uqbar.
  4. Stephenson, J. & Eaqub, S., 2013. Understanding inequality. Dissecting the dimensions, data and debate. [En línea] Available at: https://www.businessnz.org.nz/__data/assets/pdf_file/0004/85927/NZIER-Understanding-Inequality.pdf

 

22 October 2021
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