El Ejército De Carlomagno y su éxito Militar

Introducción

Paralelamente al esfuerzo por establecer una administración organizada y centralizada, Carlomagno buscó la regulación del ejército en lo referente a su composición y organización, ordenando el interior de los campamentos e introduciendo reformas tanto en el reclutamiento, como en el abastecimiento, la logística y la estrategia. La minuciosa planificación logística de las operaciones constituyó un rasgo distintivo que proporcionó a las campañas carolingias una ventaja sustantiva, pues significó que los ejércitos acudieran al campo de batalla bien pertrechada, lo que unido al cálculo cuidadoso de las campañas contribuyo significativamente a su éxito militar. 

Desarrollo

La preocupación por la buena movilidad del ejército, impulso la mejora de la red de comunicaciones existentes utilizando en lo posible las antiguas calzadas romanas que a su vez fueron ampliadas por otras nuevas. Estas vías de comunicación no solo fueron terrestres sino también fluviales. Ejemplo de ello es la obra llamada Fossa Carolina cuya intención fue conectar la cuenta del Rin a la cuenca del Danubio. La red de comunicaciones no solo fue útil para el tránsito de las huestes guerreras, sino también para la circulación de las órdenes plasmadas en actas capitulares a las mesnadas convocadas.

En las que se detallaba el lugar y la hora de la batalla, así como quienes debían concurrir. Ello evidencia igualmente que el ejército no existía en su totalidad como una institución permanente, sino que se constituía en el momento en el que era necesario con la llamada a quienes tenían la obligación de integrarlo, generalmente aquellos que eran dueños de propiedades territoriales. No obstante, Carlomagno sí dispuso de unidades de caballería permanentes, o Scaras, al mando de un conde o Graf, cuya función consistía en patrullar fronteras y guarnicionar fortalezas. Igualmente, el monarca contaba con una unidad constante de nobles que componían la Scola.

Dotada con jinetes de élite muy bien equipados, que a modo de compañía de guardia personal tenían como función principal la protección del soberano en todo momento. El ejército carolingio se componía de caballería y de infantería, siendo la caballería su elemento más característico, hablándose incluso de una ‘revolución de la caballería’ como el fundamento de su reputación militar. Aunque la infantería fue el elemento principal de los ejércitos francos, la importancia de la caballería se reveló en la batalla de Poitiers, por lo que a partir de Carlos Martel se potenció su presencia en la actividad bélica. Desde un punto de vista táctico la guerra en la época de Carlomagno había evolucionado.

Otorgando mayor relevancia a la caballería en detrimento de la infantería. El armamento de los caballarii consistía en una lanza larga o lancea, un escudo redondo o galea, una espada larga o spata y otra corta, siendo la bruniae o armadura la pieza más importante y que debía ser portada en el campo de batalla por todo aquel que pudiera costeársela. Las armas, la silla y estribos de la caballería recogieron influencias bizantinas, así como de los ávaros, magiares y árabes. El entrenamiento de los jinetes, pertenecientes a los estamentos más pudientes, dados los costos de mantenimiento del caballo, otorgaba especial importancia al acto de montar y desmontar.

Pues se esperaba de aquellos jinetes que fueran diestros también en la lucha cuerpo a cuerpo. La introducción del caballo en el ejército demostró igualmente su utilidad para el transporte de tropas a larga distancia, algo esencial dadas las dimensiones del Imperio. Igualmente, la caballería permitió la práctica de tácticas como la del “retiro fingido” utilizada con éxito para socavar los cuadros enemigos. La planificación y la regulación que junto con la innovación tecnológica fundamentaron la llamada revolución militar carolingia, recayó, tanto en el reclutamiento de sus huestes, como en la logística de los contingentes movilizados. 

Así, mediante capitulares se reguló la forma de abastecer de soldados al ejército, estableciéndose un sistema mediante el cual, por un lado, se reclutaba a quienes tenían un ingreso igual o superior a lo que producía un manso (casa y terrenos para alimentar a una familia) llamados conscripti y por otro, por cada partant o participante en la guerra, se constituía un número de aidants o colaboradores que permanecían en su lugar de origen, pero que debían contribuir al sostenimiento del partant y pagar su equipo. El contingente de tropa que era objeto de llamamiento dependía, entre otros aspectos, de la mayor o menor facilitad de su avituallamiento. 

Conclusión

El aprovisionamiento de recursos para abastecerse cobró especial importancia en la época por la práctica de la táctica de la tierra quemada que hacía depender a los soldados de la harina que portaban consigo y que consumían como alimento principal mezclada con agua. Los nobles contribuyeron al envío de tropas, clasificándose en primores, mediocres e ínfimos en función del número de soldados que eran capaces de aportar y pertrechar. Paralelamente, las campañas militares no sirvieron únicamente al objetivo de expandir el ámbito territorial del imperio, sino también al de satisfacer las exigencias nobiliarias de botín.

17 August 2021
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