Ensayo Sobre El Origen De La Globalización

La nueva fase del desarrollo de la economía mundial imperialista llamada globalización se genera a partir de la crisis del modelo de regulación fordista de los fines de los 60. Esta tiene como eje central un incremento sustancial del grado de mundialización a partir de un mayor nivel de intercambio comercial, financiero, productivo y tecnológico, así como de nuevas y más profundas formas de relacionamiento y comunicación. Ello se ha acompañado de cambios en las políticas económicas con una hegemonía de políticas de apertura y liberalización en los países dependientes, para una mayor inserción y expansión del capitalismo central. Su objetivo central es permitir el alza de la tasa de ganancia a nivel mundial, mediante una combinación de una profunda reconversión tecnológica en especial en los países centrales y un deterioro de las condiciones de trabajo a nivel global y en especial en los países dependientes, es decir una combinación de formas de plusvalía relativa y absoluta.

Su componente de Política Económica

En esta fase los cambios en las políticas económicas se sintetizan en:

  • En el plano del comercio exterior se promueve el libre comercio. Se trata de promover la libre circulación internacional de las mercancías, impulsando la apertura unilateral e irrestricta en especial en los países dependientes.
  • Se reemplaza la política reguladora y de control sobre la inversión extranjera por una política que promueve la inversión extranjera, otorgando la más amplia libertad para la actuación de las transnacionales. Deja en muchas mejores condiciones competitivas a las empresas extranjeras que a las empresas nacionales.
  • Se pasa de un Estado que participaba fuertemente en la economía, a un Estado subsidiario y regulador en un sentido muy particular, porque se trata de regular para que los mercados funcionen competitivamente.

             

Su componente de Política Laboral

En las modificaciones en relación al trabajo destacan los siguientes aspectos:

En la fase actual, la disminución de los costos salariales se logra a través de la disminución del empleo y la desregulación laboral. La competencia en las condiciones de la globalización actual acentúa la poca capacidad de generar empleo, agudizada adicionalmente por los procesos de privatización, desnacionalización, concentración y centralización de capitales.

Las propuestas de flexibilidad laboral entre las que se destacan: disminución del salario base y aumento del salario variable; aumento de la jornada de trabajo; reemplazo de trabajadores antiguos por trabajadores jóvenes y más baratos; amplias posibilidades de despido por parte de las empresas; trabajo polivalente, etc.

Su componente Ideológico

 Esta ideología arguye la inevitabilidad de la misma y de sus consecuencias. de tal manera que, por una parte, amenaza con la marginación y autodestrucción a quien se oponga a ella y, por otra, predica que la salvación o el avance de las naciones tiene un solo camino: ser competitivo en el mercado mundial.

En ese sentido la ideología y el desarrollo comunicacional juega un rol relevante en la consolidación del modo de acumulación.

Organización de la economía mundial     

Los Estados nacionales más poderosos asumen la tarea de organizar y administrar el comercio mundial, no en la perspectiva de un libre mercado sino para asegurar la hegemonía de sus empresas sobre los mercados nacionales y locales de las naciones menos poderosas. Se trata de impedir que estas naciones dispongan de mecanismos de defensa de sus mercados.

El dominio de los mercados nacionales y locales depende también del control de los medios de información y comunicación que logran, a través de la publicidad y otros mecanismos más sofisticados de influencia cultural, determinar conductas y comportamientos que se traducen en consumo solvente, es decir, en mercado.

Crisis política del imperialismo

Los “técnicos en economía” son conscientes de la crisis de dirección política que azota a buena parte de los Estados imperialistas: Trump no es el único caso. En sus recientes visitas, Trump se ha enemistado con todos, excepto con sus siervos más masoquistas; está posibilitando una guerra comercial con Alemania y el Estado francés, fundamentalmente, y ha agudizado las tensiones en la OTAN, por no hablar de los brutales recortes sociales en EEUU y su provocadora política en el mundo entero. Su triunfalismo económico ha fracasado en dos terceras partes. Algunos políticos yanquis están boquiabiertos y desconcertados, otros piensan ya en como echarlo de la Casa Blanca, siendo por el contrario apoyado por el poderosísimo complejo industrial-militar y el no menos poderoso lobby judío.

La burguesía británica lleva varios años cometiendo errores mayúsculos porque se ha roto su unidad de clase como se ha visto en el debate sobre el Brexit, lo que unido a otros problemas agudiza el estancamiento del país. En Alemania, los länder más enriquecidos exigen reforzar el centralismo para no tener que pagar ellos más que los länder empobrecidos; la ultraderecha toma el poder del derechista partido AfD a la vez que se descubren redes nazis dentro del ejército alemán y Merkel se presenta como la lideresa de la UE con la ayuda de Macron. Es seguro que Merkel sabia con antelación a junio de 2017 que Bruselas había propuesto que la UE envíe tropas a las regiones en los que estén en peligro los intereses europeos pudiendo hacer «operaciones de alto nivel».

Los poderes subterráneos del Estado francés han tenido que crear de la nada un partido basado en la imagen televisiva y en el vacío ideológico para salir del barrizal cada vez más denso y pegajoso, lo que ha provocado una abstención masiva, superior al 50% del censo. Además, la corrupción ya golpea a su primer gobierno aún no estrenado. El centro reformista italiano en el gobierno se ha roto esta primavera, el racismo avanza y la burguesía ya piensa en adelantar las elecciones para otoño. 

Japón, después del trompazo con Trump sobre el eje-asiático, sigue adelante con el Tratado comercial con el Pacífico, que quiere integrar a 11 países, ahora que la economía japonesa goza de 15 meses de recuperación, algo desconocido en los últimos 120 meses, mientras se rearma intensamente en medio del auge del nacionalismo militarista. ¿Y el Estado español? Sigue retrocediendo en la jerarquía imperialista, perdiendo estructura industrial y sumiéndose en el atraso tecno-científico y cultural.

Un ejemplo más lo encontramos en las crisis políticas que azotan a las burguesías –y aquí nos hemos limitado a unos pocos ejemplos- como efecto del agotamiento del orden imperialista que los EEUU impusieron en primera instancia en Bretton Wood y que fue remodelando posteriormente según sus necesidades. La sinergia de problemas de toda índole que lastran la acumulación ampliada de capital en el último medio siglo, sinergia que estalló definitivamente en 2007, ha terminado desbordando la muy limitada racionalidad de la casta política burguesa en su conjunto.

Importancia de “El Capital”

 Dicho básicamente, el imperialismo actual, la base objetiva de lo que acabamos de leer, es el decisivo «criterio de la práctica» que confirma la veracidad de la ley general de la acumulación capitalista, expuesta por Marx en la sección séptima, capítulo XXIII del Libro I de El Capital, que viene a decir que cuanto más se desarrolla el capital más se desarrolla la alienación; cuanto más se desarrolla la riqueza de unos pocos más aumenta la pobreza en la mayoría; cuanto más se desarrolla el potencial emancipador de la ciencia y de la técnica más aumentan los controles burgueses que frenan ese potencial. La ley de la acumulación dice, en suma, que el crecimiento del capitalismo exige y conlleva el crecimiento de las fuerzas que pueden y quieren destruirlo. La lógica dialéctica es imprescindible para comprender el decisivo calado histórico de esta ley: sin la dialéctica materialista esta decisiva ley tendencial, como todas las demás, es incomprensible. 

Ahora bien, esta ley sólo muestra la tendencia a la agudización de las contradicciones, al margen de sus ritmos desiguales y combinados que dependen fundamentalmente de los resultados de la lucha de clases a escala mundial. En este sentido, el imperialismo actual también es el reflejo de la evolución de las contradicciones analizadas sobre todo en el capto XX sobre la reproducción simple y en menor medida en el XXI sobre la ampliada del Libro II de El Capital. No podemos extendernos aquí en los debates suscitados por los esquemas de reproducción. Sí nos interesa resaltar su importancia en lo que toca a la reproducción de la fuerza de trabajo y, en su dinámica interna, a la explotación del trabajo doméstico de la mujer, en la permanente lucha del imperialismo para sobreexplotar a los pueblos, multiplicar la transferencia de valor, destrozar los sectores resistentes de las clases campesinas y obreras, del pueblo trabajador en su conjunto, con el terrible deterioro de las condiciones de vida de las mujeres, etc. 

La evolución del imperialismo desde inicios del siglo XX conlleva el empeoramiento relativo de las condiciones de vida de la mujer 5 trabajadora. Esta cuestión central, ya expuesta por el feminismo marxista en las décadas de ’60 y ’70 del siglo pasado en base a la relectura de El Capital y en especial de su Libro II, es sin embargo ocultada por el feminismo reformista que huye espantado de cualquier alusión a la objetividad del imperialismo como una de las expresiones más brutales del sistema patriarco-burgués. La forma actual del imperialismo es, por tanto y además de otras causas, también efecto de la sobreexplotación de la mujer, y a la vez incrementa la explotación patriarcal que es una de las que pueden garantizar el aumento de los beneficios en estos largos años de estancamiento. 

Pero siendo cierto esto, debemos profundizar aún más en las fuerzas internas que dan forma al imperialismo actual: nos referimos a los cambios en la lucha de clases mundial, en las estrategias y tácticas de los grandes Estados capitalistas para contrarrestar la ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, expuesta en la sección tercera del Libro III de El Capital.

El “nuevo” imperialismo

El imperialismo ya no sólo exporta capitales ni explota únicamente con el comercio sino que sobre todo obtiene plusvalía directamente con las fábricas que él ha trasladado o montado allí, en las minas y campos que se ha apropiado, en los servicios que ha montado para sus negocios, en la industria turística, en la explotación sexual, etc. Por eso mismo necesita más y mejores fuerza político-militares, culturales, alienadoras, etc., para garantizar esa explotación que afecta en primera medida a la mujer trabajadora para sobreexplotarla en todos los sentidos, también en la industria sexual patriarco-burguesa, etc. No es casualidad el que casi siempre sean las mujeres las que inicien las resistencias contra el saqueo de sus bienes comunes, recursos 8 naturales y excedentes sociales acumulados. No es casualidad el que el capital refuerce el fundamentalismo religioso más misógino y reduzca la educación crítica y liberadora. 

El imperialismo actual asfixia aún más que el de entonces a los pueblos y continentes que exprime con la dependencia financiera, la deuda externa, el atraso tecnocientífico, el chantaje sanitario y alimentario, la amenaza militar, etc. Por eso necesita aún más a sus Estados-cuna especialmente al norteamericano y a bloques como la Unión Europea y otros, pero también a grandes áreas regionales en las que los TTIP, CETA, TLC., y otras exigencias de libre comercio puedan tanto multiplicar la formas de desposesión e intercambio desigual que arruinan a los pueblos, como a invisibilizarlas bajo una densa maraña de subideologías sobre el desarrollo sostenible, el progreso mercantilizado, los DDHH burgueses, el ciudadano-emprendedor, la multiculturalidad hollywoodiense…, caretas que ocultan la dictadura de la industria político cultural imperialista estrechamente relacionada con los ejércitos imperialistas. 

Por último, a diferencia del imperialismo de hace un siglo, en la actualidad han adquirido gran peso económico pero sobre todo político-cultural y alienador los negocios de la mercantilización de las culturas e identidades de los pueblos. La conectividad a tiempo real agudiza la contradicción irresoluble entre el potencial emancipador de las culturas populares que se resisten al capitalismo, y la lógica imperialista de la industria cultural burguesa. La desposesión de lo material es a la vez de lo cultural, sobre todo cuando es saqueo de los bienes comunes, de la ésta como valor de uso inserto en el bien comunal.

24 May 2022
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