Jackson Pollock Y Richard Long, Una Historia Comparativa A Través De Sus Pasos

Quizás nunca como en estos días tuvimos el anhelo de caminar y dar pasos libres. Durante siglos, el acto creativo fue más o menos eso, estático. Los autores se enfrentaban a sus obras desde un espacio reducido. Con la llegada de las Vanguardias europeas, a principios del siglo XX, se produce una crisis de los conceptos artísticos tradicionales, así como los modos de producción y recepción. El mundo onírico de dadaístas y surrealistas abrió un camino de libertad en la creación, que germinó curiosamente en los Estados Unidos, en el “tiempo del estupor” como diría Valeriano Bozal, los años alrededor de la II Guerra Mundial, que salpicaron de angustia existencial al mundo. Siempre nos fijamos en el gesto manual de un artista, pero… ¿Y los pasos que hicieron posible esa obra? 

Jackson Pollock (Cody, 1912-Springs, 1956) es la mejor respuesta que pudo obtener la pregunta de Stuart Davis “¿existe un arte norteamericano?”. El “cisne blanco” de Clement Greenberg lidera en la postguerra la vanguardia norteamericana, centralizada en el expresionismo abstracto. Para llegar a su estilo más clásico partió del surrealismo figurativo, del automatismo, la iconografía del inconsciente y el psicoanálisis junguiano. Plasma, a través de estas primeras obras, un mundo interior que sale con violencia, como la fuerza de la Naturaleza. Greenberg en ‘Art Chronicle’ hablará, en palabras que nos suenan, del necesario confinamiento para que surja la genialidad a partir del aislamiento social, el replegado en búsqueda de la autonomía kantiana, y así conseguir una obra auténtica, lejos de las influencias europeas. Pero es difícil alejarse de todo, especialmente de los recuerdos, como las visitas con su padre a las tribus autóctonas americanas. De ahí aprenderá la forma de enfrentarse al lienzo de grandes dimensiones, destensado en el suelo, para así poder rodearlo y entrar o salir con sus pasos como una danza ritual o coreografía. 

De Siqueiros aprenderá el uso de la pintura líquida, el driping, y faltaba un ingrediente más: la música. Charlie “Bird” Parker (1920-1955) es al jazz norteamericano lo que Pollock a la pintura, un revolucionario con su bebpop. El pintor, entusiasta del jazz, se encerraba en su estudio escuchando su música, pero también a John Cage, Anton Weber o Morton Feldman. Así, comprendemos mejor la obra de Pollock y su enmarañado trazo (composición all over) que puede parecer automático, pero que tiene sentido del ritmo, acompasado por unos pies que circulan alrededor del lienzo y que no pueden parar ante su sensibilidad a la música, es decir, su estar en su cuadro. Su alcoholismo, claro está, influyó en la construcción de un mundo interior que brotaba a base de chorreos de pintura. Harold Rosenberg, en “The American Action Painters” hablará de la pintura de acción, del ruedo donde se actúa para aplicar así un suceso. 

Ahora lo fundamental es el proceso y el lienzo quedará como la huella dejada en ese camino. Camino que tocó techo el día que la cultura de masas empezó a apropiarse de su arte, su pintura se hizo decorativa, frívola, y las revistas de moda en papel cuché usaron sus obras como fondo a las modelos de Cecil Beaton. Vuelta a la introspección y mundo de la angustia personal… Más alcohol, carretera y fin trágico del camino de Pollock (1956). Acciones como la suya abrieron la puerta a las intervenciones y al happening, como las “Antropometrías” de Yves Klein (1960). Otros comenzaron a andar por el mundo. Es el caso de Richard Long (Bristol, 1945), cuyos pasos ya duran seis décadas. Pollock era la naturaleza misma, el ritmo vital que fluye; Long, sin embargo, apuesta por un arte realizado en la Tierra y que busca una reivindicación ecológica, una lucha que aún no ha terminado a favor de la Naturaleza y que tanto está costando. Sus obras son difíciles de definir: land art., intervención, instalación, minimal, conceptual, esculturas… Problemática que afecta al arte contemporáneo y que nos hace pensar, desde la mirada actual, si Pollock era aún un “clásico” dentro del camino avanzado. 

“A line made by walking” (Wiltshire, 1967) lleva a la fama a Long. Sobre una pradera empezó a andar una y otra vez por el mismo recorrido hasta dejar la huella de sus pisadas, acto que después fotografió. Al igual que un lienzo de Pollock, la foto sirve de testimonio a un acto que fue pasajero. Incluso, a diferencia de los artistas norteamericanos, como Serra o Smithson, no hará transformaciones traumáticas del paisaje y su obra estará marcada a través de la sinceridad, lo efímero y el paso del tiempo que desvanecerá su intervención. Cuestiona así la forma tradicional de creación artística, donde la exploración sobre el terreno le hace alcanzar una experiencia vital y una idea “abstracta” de la Naturaleza, que crea en libertad, y que nos acerca a lo sublime. Con Pollock también tiene esa relación hacia lo primitivo y ancestral, como la imitación de aquellos dibujos en la arena que hacían los indios. Las acciones de Long hablarán del espacio-tiempo, que evade lo material y lo relaciona con conceptos abiertos por la “carrera espacial”, como el paso del tiempo biológico (prisión newtiana) al geológico, colocando, por ejemplo, piedras alineadas en una montaña. 

También ha llevado su arte a las salas expositivas, caso de “Muddy Water Wall” (2016), en el CAC de Málaga, donde se observa la influencia de Pollock en los chorreos con barro que el británico realizó de forma dinámica sobre el soporte por medio de pasos entrecortados. Long no podrá parar mientras tenga ideas. 

Como caminamos hace referencia a nuestro concepto del mundo en qué vivimos: así andamos, así construimos; Pollock no podía salir del lienzo que representaba su angustia, su castración a través de la pintura. “Pollock contra Pollock” dirá Santos García. Pero si nos salimos de ese camino establecido, del cerrado, tal como hizo Long, encontraremos nuevas andanzas que nos llevarán a futuras experiencias vitales. 

Bibliografía

  • Bozal, Valeriano. El tiempo del estupor. Madrid: Ediciones Siruela, 2004.
  • Solnit, Rebecca. Wanderlust: A History of Walking. London: Penguin Books, 2001.
  • Tafalla, Marta. “¿Nos enseña el arte de Richard Long a apreciar estéticamente la naturaleza?”, EnraHonar, nº 45 (2010), Universitat Autònoma de Barcelona, Servei de Publicacions: pp. 155-172.
22 October 2021
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