La Bioética Orientada al Principio de Justicia

Introducción

El principio de justicia se centra en la repartición igualitaria de todos los beneficios y cargas en el campo vital, evitando de esta manera todo tipo de discriminación en el acceso a todo tipo de recursos. Este principio impone límites de toda índole y para todas las personas, sin importar su estatus, condición física o cualquier perturbación que cada persona posea, ya que pretende que la autonomía de cada individuo no atente a la vida, libertad y demás derechos básicos de las otras personas.

Desarrollo

El principio de justicia que está orientado a la bioética se adentra también en el campo de la filosofía social y política; de esta manera se regula y se distribuye de manera equitativa de los recursos limitados, insuficientes para la satisfacción de todas las necesidades y solicitudes. Este tipo de problemas están ejemplificados y direccionados al ámbito de la salud, por ejemplo, en las listas de espera para trasplantes de órganos o en la distribución de presupuestos para políticas de salud. Las críticas al principialismo se basan en su carácter idealista de los principios, que serían de poca ayuda para aclarar las decisiones en situaciones concretas. El principialismo asume un paciente ideal -consciente, informado, libre, educado de forma occidental, capaz y deseoso de tomar su destino en las manos y con pocas restricciones contextuales. Pero, en la vida real, cada uno de los pacientes presentan limitaciones y dependencias a nivel sociocultural y educativo, así como con su estado psicológico. Una definición sustancial de la autonomía como un principio, el cual manifieste no un postulado universal de autonomía de las personas, sino un decreto moral que ordene a todos los médicos no solo respetar la voluntad de sus pacientes, sino también preservar y cultivar sus derechos, resultaría un incentivo moral muy alto para cada uno de ellos. Pero, de esta forma, la autonomía como principio solo sería una expresión de un principio benéfico que se lo determina para la afirmación que hacer el bien, actuar moralmente, consiste como puntos principales el respetar las culturas, creencias y cultivar la autonomía de cada persona, es decir, la capacidad y eficiencia de decidir todo lo que una persona crea conveniente en forma consciente, racional y voluntaria, sin dejarse influenciar por terceras personas, es decir, poner por encima de todo el pensamiento auténtico de cada persona, sin tener en cuenta los sentimientos, creencias y temores. (Sánchez)

Si bien es cierto el principialismo convencional comprende los cuatro principios mencionados, la bioética ha continuado en su empeño de encontrar otros principios a lo largo de su historia. De acuerdo a Gilbert Hottois, profesor belga de filosofía en la Universidad Libre de Bruselas, cuya especialidad es la bioética, hoy podemos hablar de los principios de dignidad, de sacralidad de la vida, de cientificidad (‘lo que no es científico, no es ético’), de seguridad (ausencia de consecuencias, defectos marginales o de riesgos físicamente dañinos), de proporcionalidad (ventajas, riesgos, costos), de vulnerabilidad (una mayor vulnerabilidad, exige una mayor protección), de precaución, de desarrollo sostenible, de las 3 R (reemplazo, reducción y refinamiento). (Sánchez)

Más allá de las demandas actuales de la bioética y de la incorporación de nuevas temáticas de trabajo, tiene mucho que ver el poco interés que las personas tienen en un tema tan importante como es la equidad y justicia que han mostrado quienes trabajan en bioética podría verse asociado no sólo a sus orígenes históricos, sino también con las bases conceptuales y creencias proporcionadas por sus antepasados. Evidentemente, esto no es casual, ya que todo está relacionado con los ámbitos adquiridos desde que la persona está en desarrollo, además de toda su historia, definiendo a la vez estos mismos ámbitos. El énfasis en los cuatro principios de la bioética explicaría, desde mi perspectiva, gran parte del desinterés por los temas de justicia y equidad en salud. (Lues)

Los principios de autonomía, beneficencia, no maleficencia y justicia definen comportamientos esperados, de acuerdo con los derechos y deberes que son para las personas que desempeñan roles específicos, de acuerdo con su relación y compromiso que tengan con los demás, en especial con los profesionales de la salud o los investigadores. Precisamente, por tener estas distinciones como pacientes o participantes en una investigación, ellos son claramente “diferentes” de las personas que son definidas como beneficiarias de las políticas públicas. Estos llamados pacientes o beneficiarios de las personas que tienen un mayor rango no sólo son anónimos, sino que además no son personas con poder o capacidad para hacerse reconocer ante todo el mundo, ya que muchos de ellos son personas que tienen discapacidades, limitaciones de toda índole, son de minorías étnicas o poseen otras similares condiciones de exclusión.

La bioética ha presentado mucho énfasis en el automatismo de las personas y de sus derechos individuales. Este énfasis hace referencia como principal punto en la excesiva preponderancia otorgada al consentimiento informado, lo que en la mayoría de los casos es un requisito muy importante para no tener problemas legales. De alguna manera, también los principios de no maleficencia y los principios de beneficencia presentan una base individual, tanto como para aprobar casos importantes de cualquier índole o evaluar protocolos de investigaciones, lo cual conlleva a que puedan también definir situaciones en las cuales otras personas son incapaces de otorgar su conocimiento.

Por su parte, el principio de justicia en sí hace referencia a todos los individuos concretos y dice que cada uno de ellos tiene que ser tratado de forma equitativa y justa, ya que este principio establece que nadie es más ni menos que nadie. Pese a tener esta base individual, incluye también una clara referencia a otros pacientes/participantes, sus grupos de pertenencia y a la sociedad en su conjunto. Este dado la razón de que determinar la justicia de una distribución requiere, necesariamente, tomar en cuenta las posiciones relativas de todos los miembros de la sociedad con respecto al objeto o bien específico que se quiere distribuir.

En conjunto con el principio de justicia, la bioética ha hecho innumerables e importantes contribuciones en el principio de la justicia, en el acceso a todo tipo de servicios, asignación de recursos y en todo ámbito en general. Esto a su vez puede influir mucho, por ejemplo, en un ámbito muy importante como es la salud, ya que al aplicar el principio de justicia orientado a la bioética en este ámbito, debería existir un mejoramiento en los servicios de atención, lo cual direcciona a que hay una contribución muy importante a las condiciones de salud de toda la sociedad. Sin embargo, existe una amplia literatura que muestra que el acceso a los servicios de atención de salud es sólo uno de los factores que determina la salud de la población. Se han visto y han sido reportadas desigualdades en países como Canadá y el Reino Unido, ambos han sido parte de un mundo desarrollado, con políticas universales de acceso a los servicios de atención de salud, es decir que no se deberían ver este tipo de casos. Desigualdades en salud en América Latina en función de diversas variables socioeconómicas también han sido reportadas.

Conclusión

El principio bioético de justicia requiere poner mayor atención a los macrodeterminantes, es decir, que se requiere de mayor atención a nivel global y no solo a servicios de atención o servicios mínimos, todo esto en todos los ámbitos que tenga que ver con la equidad y justicia en las personas, en la medida en que el logro de la equidad –o justicia– en salud requiere de acciones orientadas a esos determinantes. Este tipo de determinantes no está solamente relacionado con el principio de justicia, sino también con la autonomía de las personas. Los estilos de vida que lleva cada persona, son identificados como uno de los factores determinantes para que esté exenta a todo tipo de injusticia o inequidad, de igual manera a las condiciones de salud. Las diferencias en salud causadas por estilos de vida libremente elegidos serían justas, en tanto, las restricciones a la libertad de elección generarían desigualdades injustas –las denominadas “inequidades en salud”–. Estos temas abren una importante discusión para la bioética, centrada principalmente en la autonomía, la libertad en la elección de estilos de vida y los condicionamientos sociales y económicos de la autonomía. Los principios de justicia y autonomía no son rivales sino complementarios porque, asegurar tanto el respeto a la autonomía como las condiciones para su ejercicio pleno, constituye también un asunto de justicia. (Lues)

Bibliografía

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  • http://www.spog.org.pe/web/revista/index.php/RPGO/article/view/297/268
  • Gwatkin DR. Health inequalities and the health of the poor: What do we know? What can we do? Bulletin of the World Health Organization 2000; 78 (1) Ref. No. 0287.
  • http://www.lho.org.uk/pubs/p_pubs.htm
  • Callahan D, Jennings B. Ethics and Public Health: Forging a Strong Relationship. American Journal of Public Health 2002; 92 (2): 169-176.  
24 May 2022
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