Ser Humano como Unidad Biopsicosocial

El hombre como ser biopsicosocial ensayo argumentativo: Personalmente, a lo largo de mi práctica profesional como psicóloga, he planteado que, en consonancia con el concepto de biopsicosocial, los seres humanos somos multidimensionales; nuestra vida no se circunscribe a un solo ámbito: somos hijos, parejas, padres, amigos, vecinos, compañeros, estudiantes, empleados y cualquier otra faceta que nos llegue con ocasión del grupo social o contexto en el que nos vemos inmersos.

En mi experiencia, la insatisfacción deviene de la negación de los múltiples roles que tenemos en favor de uno al que le dedicamos toda nuestra energía: ¿Cuántas mujeres se sienten insatisfechas porque han desarrollado fuertemente su rol de ama de casa pero no lograron sus sueños juveniles de una carrera o la posibilidad de la aventura?, ¿Cuántos hombres están frustrados porque se encuentran desempeñando una labor “por necesidad” y no por pasión o gusto?. Infortunadamente, creo que a pesar de que nuestras necesidades son múltiples, tal y como nos los describen los distintos teóricos de la motivación, hemos trasladado todas nuestras facetas al ámbito laboral: nuestro trabajo es la fuente principal para satisfacer nuestras necesidades fisiológicas, de seguridad, de pertenencia y de realización; el trabajo “es una forma de dar sentido a mi vida (santificar), de dignificar al hombre, aplicar las aptitudes (manuales, intelectuales)”. (1)

Todos y cada uno de nuestros esfuerzos se supeditan a la presencia del trabajo; lo particular, es que ni siquiera los empleos de base humana son eximes a esta realidad. Durante toda mi vida laboral, he estado vinculada al sector educativo bien sea como docente o como psicóloga y, desde el ideal de la profesión, se supone que la educación es un acto humanizante y, sin embargo, no es descabellado anotar que los docentes constantemente son anulados en su singularidad, en sus necesidades y en sus intereses. Las demandas de la labor van más allá de la jornada laboral, no es inusual que los docentes trasladen el trabajo para sus hogares y que muchas veces, incluso, asuman la compra de algunos materiales, todo porque quieren dar un agregado a sus clases¸ “se ha afirmado que la función de los docentes implica la realización de actividades que en gran parte no se desarrollan en el aula y en ocasiones en el horario de trabajo sino que lo exceden” (2).

Al margen del tiempo y el dinero, está también la demanda emocional: el ideal docente habla de condiciones de autoridad que están dadas desde la legitimidad de ser el adulto que enseña. No obstante, las nuevas formas de crianza nos están llevando a asistir a grupos en donde el desconocimiento de la autoridad por parte de los niños y jóvenes es cada vez más palpable, nuevas concepciones y enfoques en torno a la participación y el trato igualitario llegan a desdibujar una relación que, si bien no tiene que ser vertical, si debe partir del reconocimiento de ese otro que, legítimamente, ha procurado avanzar en el proceso pedagógico. Por otro lado, el bajo reconocimiento social a la labor docente lleva, incluso, a que no se considere el rigor académico al que se han sometido los Licenciados en las distintas áreas para poder hacer un ejercicio pedagógico digno de las demandas de calidad y pertinencia que los gobiernos día a día imponen en sus agendas de gestión; a este punto, cualquier profesional es aceptado en las aulas porque se considera que su saber específico es suficiente contra las particularidades curriculares, metodológicas y epistemológicas que se adquieren en las Facultades de Educación. Siendo así, el quehacer docente se ha visto como el “escampadero” de todos aquellos profesionales que no han logrado ejercer en su área de experticia y, desde aquí se activa el primer componente de insatisfacción laboral: la falta de vocación determina la desmotivación y las bajas aptitudes para el establecimiento del vínculo pedagógico con los estudiantes.

Caso aparte es el tema económico del hombre biopsicosocial. Salvo que se pertenezca al sector oficial y se cuente con un buen escalafón, la retribución económica suele ser inversamente proporcional a la carga académica (y hay noticias de colegios privados que, incluso ofrecen salarios por debajo de los estándares del mercado); la labor docente no se circunscribe a presentarse en el aula y dar la clase, incluye tiempos de preparación de temáticas y materiales, calificación de trabajos y exámenes, organización de notas, diarios de campo y seguimientos puntuales a casos de dificultad (3); esto sin contar el tema de relacionamiento con los padres, quienes suelen ser bastante exigentes e incisivos: en algunos casos, he asistido a situaciones en la que los padres consideran que los docentes son una suerte de “sirviente con título” y desestiman sus apreciaciones y recomendaciones, en otros casos, hemos visto en noticias situaciones de agresión porque no están de acuerdo con el proceso educativo. Este es, a grandes rasgos, el panorama de los docentes de nuestro país y no es muy diferente en ninguno de los centros educativos.

Para mi caso particular, si bien laboro en un Colegio con un espacio natural inigualable, unas directivas bastante consideradas y unas condiciones salariales justas, es evidente que el peso de la labor abruma al equipo de profesores: percibo que la exigencia en términos de la carga académica y del relacionamiento con familias y estudiantes menguan la energía y la motivación. En el colegio se observa que hay momentos en los que la desmotivación se asocia a la baja receptividad de los estudiantes, otras veces a las exigencias de la familia y en la generalidad debido a la cantidad de información que deben producir y que, regularmente, debe trasladarse a los tiempos en casa. Así las cosas, la dinámica cotidiana de los docentes tiende a pensarse desde la dificultad para hacer gala de otras facetas de la vida. Los docentes suelen tener dificultades en la distribución de sus tiempos y espacios y hacia el final del año, esto se reporta en cansancio y apatía: “la presencia de un grado leve a moderado de agotamiento emocional puede ser explicada dadas las características propias del quehacer docente, concebido como una función institucional que se vierte en la formación de persona capaz de influir en su entorno cultural, requiriendo por parte de los docentes dedicación y compromiso emocional con su profesión y a su vez relación y compromiso con sus alumnos. Así, al ampliarse los requerimientos sociales y culturales de los procesos de formación, necesariamente aumenta la carga, la exigencia en el desempeño y los niveles de agotamiento.” (4)

Es indudable que el docente desempeña como un ser humano biopsicosocial una labor fundamental en el desarrollo cultural y social de una nación, sin embargo a pesar de la preponderancia de su tarea, también constituye una labor vulnerante por cuanto las condiciones laborales rebasan la pasión, la vocación y los ideales. Nunca se está completamente preparado para las realidades de las aulas, aun cuando se apela al sentido de servicio y de amor la profesión, no se cuestiona que quizás es un empleo ingrato en el que muchas veces se olvida la inversión de capital humano en detrimento de las exigencias de quienes están por fuera de la realidad escolar. Paradójicamente, año tras año, luego de un periodo de vacaciones, la generalidad vuelve recargado y con ganas, ilusiones y propósitos. Es un ciclo interminable en el que, finalmente, me pregunto hasta cuando se sostendrá la estabilidad física y emocional y hasta cuando la jerarquización de las necesidades será lo suficiente para estar en un trabajo que inicialmente se amó y ahora consume.

Bibliografía

  1. Descripción: Explicación del ser Humano como unidad Biopsicosocial, Revisión unidad 2” los aspectos que influyen en el desarrollo humano”. [Online].; 2020. Available from: https://www.academia.edu/4988370/UNIDAD_2_LOS_ASPECTOS_QUE_INFLUYEN_EN_EL_DESARROLLO_HUMANO_INDICE.
  2. Lemos M, Calle G, Roldán T, Valencia M, Orejuela JJ, Román-Calderón JP. Factores psicosociales asociados al estrés en profesores universitarios colombianos *. Diversitas 2019;15(1):59-70.
  3. Ministerio del Trabajo. Prácticas de trabajo saludable para educadores. Protocolo de intervención de factores psicosociales en el sector educativo. [Online].; 2016 [cited 2019 octubre 17. Available from: http://fondoriesgoslaborales.gov.co/wp-content/uploads/2018/09/07-Protocolo-intervencion-sector-educativo.pdf.
  4. Martínez Royert C, Berthel Regino Y, Vergara Diaz S. Síndrome de Burnout en profesores y su relación con el aprendizaje de los estudiantes de básica primaria de una institución educativa oficial de Sincelejo (Colombia), 2016. Salud Uninorte. 2017 mayo; 33(2).
08 December 2022
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