Un Mundo Infeliz: Felicidad, Adaptación Y Determinismo

A pesar de la psicología ser una ciencia relativamente reciente, no podremos comprender su presente sin considerar los elementos que históricamente han aportado a su consolidación, tal como lo afirma Hergenhahn, (2011), quien entiende a la psicología de hoy como el legado de discusiones milenarias, que involucran la comprensión del hombre en sus diversas dimensiones, de allí que el devenir histórico sea clave para comprender los discurso y muchas de las posturas hoy. Esto se evidencia al leer y analizar un texto como el de Rafael Euba, que deja entrever respuestas a interrogantes que han sido persistentes en la psicología desde sus orígenes. Respuestas, que se hacen desde posturas que han tardado siglos en consolidarse y que aun hoy no encuentran una sola explicación, por el contrario, configuran diversos paradigmas desde los cuales se entiende el quehacer del psicólogo, el objeto de estudio de la psicología y su epistemología.

El carácter científico de la psicología, que supone, un conocimiento sistemático , con métodos propios ( Sáiz Roca & Valldeneu Urpina, 2008), es un producto interdisciplinario, el aporte de la filosofía, de la biología, ha sido crucial. Cada época permitió que surgieran nuevos interrogantes y formas de abordarlos, conforme se transforma la sociedad se modifica y complejiza el pensamiento, la antigüedad clásica, el medioevo, el renacimiento, la premodernidad, la modernidad y la ilustración, aportaron desde diferentes frentes .

En el presente texto abordaré, cinco de las diez preguntas o temas persistentes en la psicología señaladas por Hergenhahn, no porque estas tengan mayor relevancia, sino porque son a las que intenta responder Euba en su texto sobre la imposibilidad de ser feliz, claro está, no lo hace de manera explícita, ni es su intencionalidad, pero su consideración permite vislumbrar como se construye el pensamiento del psicólogo contemporáneo: en un dialogo permanente con el pasado, retomando las inquietudes y reconstruyendo posturas, de allí que, “la misión de la historia es mostrar como las cosas siempre han sido las mismas aunque en cada momento de una manera” ( Cagigas, 2002, pág. 14); con la rigurosidad y coherencia que implica asumir una postura y sobre esta estructurar métodos, teorías, y vínculos con otros conjuntos de ideas; con un sentido crítico, que permite desde una lógica discursiva considerar otros puntos de vista, otras formas de pensar el quehacer del psicólogo; y por último, podría decirse que con el interés de resolver el enmarañado complejo que supone el ser humano. 

¿La realidad está sujeta a la experiencia sensible? ¿Puede una idea abstracta, ser reconocida como una realidad?; esta, es la primera cuestión que considera Euba, al argumentar que la felicidad no puede ser posible en la medida que es una abstracción, de allí que sentencie que “la felicidad no tiene equivalente en la experiencia humana real” (Euba, 2019). Su criterio para diferenciar lo real de lo que no lo es, hace parte de una discusión milenaria, Sáiz Roca & Valldeneu Urpina,( 2008), señalan a la antigüedad clásica como gestora de posturas transcendentales en la epistemología. El espiritualismo Platónico y el naturalismo aristotélico, dieron puntos opuestos para validar lo “real”. Para Aristóteles la realidad estaba de lado de lo observable, sometido a las leyes naturales, mientras en Platón, en el mundo de las ideas cuya copia imperfecta era el mundo material. En el renacimiento figuras como las de Bacon y Descartes, permiten retomar esta inquietud, una postura empírica se asociaría con la necesidad de la experiencia para construir la verdad y generar conocimiento del mundo, mientras una postura racionalista abriría campo a la razón y a la posibilidad de abstracción como forma de llegar a verdades en la mente humana ( Sáiz Roca & Valldeneu Urpina, 2008). Es con la modernidad que las ideas empiristas de tradición aristotélica abren paso a la configuración de la ciencia, afirma Cagigas, (2002), que es Aristóteles quien pone los cimientos del conocimiento científico. El sensacionalismo empirista , pone a la sensación como fundamental para poder crear contenidos mentales y producir ideas, teniendo esto repercusiones en los métodos para desarrollar el conocimiento, la observación inductiva, reconocería a la experiencia como base de todo conocimiento ( Sáiz Roca & Valldeneu Urpina, 2008). Estos planteamientos permiten reconocer en Euba la intención de desestimar la abstracción, y desde una postura empirista, favorecer la noción de realidad asociada a la experiencia “real”, supondría esto que, para este psicólogo, la inexistencia de la felicidad se deriva de su falta de correspondencia con una experiencia sensible.

¿Es el hombre un todo integral?, ¿Es un ente compuesto: un alma y un cuerpo?, es una reflexión necesaria al abordar los planteamientos de Euba, sobre todo cuando se piensa en la idea de la tristeza, y en general de las emociones negativas como elementos constitutivos del ser humano, pero se desestima la felicidad por no tener un correlato físico o sensible. ¿Cómo está constituida la naturaleza humana?, el monismo y el dualismo dieron respuestas a esta cuestión, y permitieron pensar en la mente como una entidad propia, y se asoció su conocimiento a la psicología. Es claro que faltan elementos para dilucidar las postura de Euba a este respecto, pero sí es posible afirmar su consideración del cuerpo como una maquina biológica y las emociones como un producto de estas, que responden a principios y leyes naturales, una postura materialista, donde la noción de alma tal vez no tenga cabida, y los hechos mentales no tienen una existencia paralela que funcionen a unisonó con el cuerpo, como afirma Leibniz al plantear el paralelismo psicofísico ( Cagigas, 2002), de allí que podamos decantarnos por nociones más biologicistas. Sáiz Roca & Valldeneu Urpina, (2008), señalan el importante aporte de la escuela fisiológica de Berlín, que desde el siglo XIX, brinda explicaciones materialistas en oposición a las vitalistas, sirviendo esto a la consolidación de la psicología como una ciencia. Este legado , permitió a los científicos de la época el reconocer al ser humano como “una máquina de transformar energía” ( Sáiz Roca & Valldeneu Urpina, 2008)

¿Cuál es la naturaleza de la naturaleza humana?, que nos hace humanos, Euba, afirma que la tristeza, La tristeza en un sentido amplio, las emociones. Para Euba son las emociones un producto evolutivo, transmitido y configurado genéticamente, de manera particular se refiere a las emociones negativas (estados depresivos, la tristeza) como un mecanismo de defensa y protección que garantizan la supervivencia del hombre. Entonces, podríamos concluir en relación con el cuestionamiento sobre ¿Qué hace a los humanos diferentes a otros animales?, una respuesta en coherencia, afirmando que son los mecanismos de adaptación que utilizamos para sobrevivir. Una tesis biologicista que se configura en el siglo XIX, cuando el pensamiento ilustrado abre paso a la idea de evolución (Leahey, 1999). Desde posturas románticas como la de Lamarck, la idea de cambio, mejoramiento y transmisión de ese cambio se hacen visible, atribuyendo este proceso a la inteligencia propia de la materia (Leahey, 1999). Es con los aportes de Darwin, Huxley, Mendel, Wallace , que se logra configurar una teoría científica, donde el motor de los cambios no es una entidad externa o superior , sino se encuentra en la misma naturaleza, la selección natural es el motor de cambio, la lucha por la subsistencia y la adaptación de las especies obliga a transformaciones, en términos de Spencer, solo los más aptos sobreviven , (Leahey, 1999), en este proceso la genética es la encargada de mantener y transmitir los cambios. Bajo esta perspectiva, Euba, considera al hombre solo desde una dimensión biológica, un ser destinado a un mundo natural, donde su única meta es la supervivencia, y la reproducción, por lo que su diseño fisiológico está estructurado para ese fin, serán pues las emociones negativas mecanismos creados para hacer al humano una especie más fuerte, una especie siempre alerta, mejor adaptada y por tanto apta para sobrevivir. Bajo esta perspectiva la felicidad no tiene cabida, hasta podría afirmarse que un individuo feliz es un individuo débil, destinado a la extinción, aunque es paradójico pues en el argumento de Euba la felicidad solo es un producto mercantil, un engaño de la economía de mercado, impulsado por un modelo de sociedad “americana”, que impone su molde al resto de las sociedades, en contra de la propia naturaleza humana, una naturaleza infeliz.

Por último, el análisis de los argumentos de Euba me llevan a pensar en el interrogante sobre el libre albedrío, ¿es el hombre dueño de sus acciones? ¿Su conducta está determinada? Es claro que, desde una orientación biologicista, que limita la condición humana a su contingencia natural, y donde solo cabe una comprensión de las conductas y emociones en correspondencia con la satisfacción de las necesidades básicas, que el tema de libre albedrio no entra en consideración, pues el hombre bajo este prisma está condicionado a actuar con una funcionalidad prediseñada por su cerebro. La infelicidad será entonces la causa de la fisiología de nuestro cerebro, y esta a su vez, el producto de un largo proceso evolutivo que nos ha permitido subsistir como especie, si queremos continuar con ese legado evolutivo, deberemos transmitir genéticamente la infelicidad, la tristeza y la depresión. Si bien es cierto, que el argumento determinista es un criterio de causalidad, que desde Aristóteles ayuda a configurar el pensamiento científico ( Cagigas, 2002), y que se considera como un elemento sin ecuanom para la ciencia actual, Hergenhahn, (2011), el determinismo biológico de Euba, puede ser bastante polémico, pues el predominio de elementos biológicos y genéticos como causas de la conducta humana, impide reconocer la complejidad humana.

De esta forma Euba aborda el tema de la felicidad Vs la infelicidad, enmarcando su tesis dentro de un planteamiento materialista, las realidades son físicas y medibles, desestimando la noción de felicidad porque, según este, “la felicidad es una idea sin base biológica” (Euba, 2019), y solo es posible reconocer la existencia de emociones que tengan un sustento biológico, es decir que puedan experimentarse en un medio sensible, en este caso, el cerebro y los genes, por lo que se inscribe dentro de las corrientes empiristas, y su principio de causalidad es biológico, derivado de una formulación evolucionista, por tanto para Euba, hay coherencia al sentenciar que “No estamos diseñados para ser felices, sino para sobrevivir y reproducirnos, como todas las demás criaturas del mundo” (Euba, 2019).

Para finalizar, es necesario preguntarse por el concepto y la idea de felicidad que tiene Euba, y de allí interrogarnos un poco sobre la intencionalidad del texto, pues por un lado es innegable la toma de postura y radicalización de un determinismo biológico, también es claro el sentido crítico que asume ante posturas actuales de la psicología que tienden a asumir la felicidad en un sentido de hedonismo permanente, donde la felicidad se instrumentaliza haciendo creer en ella como un ideal posible para todos, por tanto nos encontramos ante dos polos opuestos, por un lado posturas como la de Euba que niega su posibilidad o planteamientos como los de Seligman y la psicología positiva, que la conciben como una realidad a la mano de todos los que deseen trabajar para alcanzarla.

Así La economía capitalista es el contexto en que encuentra acogida y auge la psicología positiva, donde la libertad es un constructo con significación propia, al igual que la felicidad, a la cual todos los hombres pueden acceder si se hacen responsables de sus actos, dejando de lado consideraciones sociales e históricas, Cabanas y Sánchez, (2012). Cabe resaltar además estas dos tendencias encuentran su causalidad en parámetros biológicos y genéticos. Seligman al igual que Euba se refiere al cerebro humano y a las relaciones interhemisféricas como causantes de los estados positivos que llevan a la felicidad, de igual forma señala la posibilidad de atribuir en un 50 por ciento a causas genéticas la felicidad (Seligman, 2004).

Posturas como las de Euba, pasan por alto consideraciones importantes acerca de la naturaleza del hombre, limitando las necesidades humanas a las básicas, la reproducción y alimentación que se sitúan como la base de las motivaciones, por lo que sería necesario revisar sus planteamientos desde un espectro más amplio, considerar las aportaciones de la psicología motivacional y ver que más allá de ser un ser biológico el hombre es un ser social, que a medida que se complejiza su modo de vida también lo hace su ser, en búsqueda no tanto de la felicidad como una noción abstracta, hedónica y romántica ligada al placer permanente, sino más como un constructo de vida ligado al bienestar y la proyección personal, como nuevas formas de necesidades humanas.

Tal vez allí encontremos la felicidad y podamos asociarla con los estados emocionales positivos , ¿Cuándo una persona es feliz? Cuando se orienta a un fin, y ese fin no está determinado biológicamente como lo puede afirmar Seligman o Euba, el fin es contextual, es social, cultural e histórico, y nos habla de la interacción de la persona con su entorno social, de la relación íntima y personal con los otros y consigo mismo dentro de un medio, en un mundo de creencias y valores específicos, no suponiendo esto, como lo afirma Euba, que la felicidad este atribuida a la moralidad de manera mercantilizada, sino que es producto de una configuración y construcción personal. Así, habría que dar cabida a una forma de determinismo social y cultural, flexibilizando el pensamiento, entendiendo como lo plantea Hergenhahn, (2011), que es imposible conocer todas las causas de la conducta humana, por tanto, toda predicción sobre ella tiende a ser más una probabilidad.

Bibliografía

  • Cagigas, A. (202). Antecedentes de la psicología. En Guía de viaje por una historia de la psicología (págs. 14-36). Jaén: El Lunar.
  • Sáiz Roca, M., & Valldeneu Urpina, A. (2008). Los umbrales de la psicología científica. En M. (. Sáiz Roca, Historia de la psicología. Barcelona: FUOC.
  • Cabanas, E., & Sánchez , J. (s.f.). Las raíces de la psicología positiva. . Papeles del Psicólogo, 3(33), 172-182. Obtenido de www.papelesdelpsicologo.es/pdf/2136.pdf
  • Euba, R. (13 de 08 de 2019). Usted no está diseñado para ser feliz, así que ni lo intente. El periodico de Cataluña. Obtenido de https://www.elperiodico.com/es/the-conversation/20190813/articulo-conversation-rafael-euba-felicidad-7592296
  • Hergenhahn, B. (2011). Introducción. En Introducción a la Historia de la Psicología (págs. 1-25). Mexico D.F: Cengage Learning.
  • Leahey, T. (1999). La revolución Darwiniana. En Historia de la Psicología (págs. 186-191). Madrid: Prentice Hall.
  • Seligman, M. (2004). The new era of positive psychology. TED Talks. Obtenido de https://www.ted.com/talks/martin_seligman_on_the_state_of_psychology?language=es

 

03 Jun 2021
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