Vegetarianismo o el Veganismo: Dos Caras de la Moneda

Vegetarianismo: el cambio obligado

‘Mientras el hombre se alimente de carne animal y martirice a los animales, permanecerá en él algo salvaje. Por lo tanto, no conocerá ni la salud ni la paz”, esto decía Víctor Hugo hace más de 100 años.

Este discurso se puede relacionar con el régimen vegetariano, ya que excluye las proteínas de origen animal de los alimentos por diferentes razones, las principales son: éticas, de salud o ambientales. Dentro de esta dieta o estilo de vida para muchos, hay distintas vertientes en las que intentan comer o sustituir determinados alimentos. Ante la inmensidad de presiones de nuestro entorno que afectan al planeta, somos cada vez más conscientes del papel que debemos desempeñar para proteger la naturaleza. La manera en que nos alimentamos es una de las que más influye en este cambio.

Por lo tanto, aunque un discurso lleve siglos en nuestra sociedad, nunca es tarde para demostrar que el cambio depende de nosotros, y que salvar el planeta se puede hacer rediseñando nuestros hábitos más personales. Para ello, vamos a analizar las vertientes del vegetarianismo y la otra cara de la moneda, que sigue siendo la más común en nuestros hábitos alimenticios.

Vegetarianismo/Veganismo

El denominador común de los vegetarianos es no comer carne. Sin embargo, hay diferentes vertientes dentro de este hábito, que conviven unas con otras. La distinción más simple es entre los veganos (lo más estrictos) y los vegetarianos.

Los primeros, tienen una alimentación 100% vegetal, ni carne, ni pescados, ni ningún alimento derivado de animal, como la leche o la miel. También se niegan a usar ropa de lana o cuero, y a usar productos probados en animales. En definitiva, es una convicción que se basa en eliminar la explotación animal.

Los vegetarianos, tienen diferentes vertientes, pero en todos los casos su alimentación rechaza la carne y las aves. Dentro de este hábito las corrientes se acogen bajo las denominaciones: ovo-vegetariano, lacto-vegetariano y pesco-vegetariano, que permiten aquello que incluye el prefijo. Es decir, huevos, leche y sus derivados, y pescado, en los diferentes casos.

Otra corriente que se podría separar de estos dos grandes bloques es la de los flexitarianos o semi-vegetarianos, que fundamentan su alimentación en no comer ni carne ni pescado, pero que al menos una vez al mes, comen estos alimentos, buscando un mayor bienestar en la salud. De estos principios, se basa la dieta mediterránea.

Según el informe científico “The Green Revolution”, elaborado por la consultora Lantern en el año 2017, los flexitarianos son el grupo más numeroso, abarcan el 6,3% de la población española mayor de 18 años. Por su parte, los vegetarianos suponen el 1,3% de la población española mayor de 18 años. Asimismo, los veganos, representan el 0,2%.

Motivaciones

En efecto, estos hábitos alimenticios se eligen por tres motivos principales: salud, compasión (ética) y sostenibilidad.

Salud

En primer lugar, los estudios sobre los hábitos alimenticios demuestran las consecuencias negativas que produce el consumo excesivo de carne en nuestra salud. Son tan numerosas las investigaciones y los resultados que ya no representan un tema de debate, pero que deja datos como estos: consumir carne representa el 75% de posibilidades de tener cáncer de colon, aumenta un 25% las posibilidades de sufrir diabetes, eleva un 30% las posibilidades de tener enfermedades cardiovasculares, y el 95% de las personas con obesidad consumen carne casi a diario.

Además, el problema con la carne que consumimos hoy en día viene de los métodos utilizados de la industrialización masiva y la agricultura moderna. Los vegetarianos son conocedores de las hormonas de crecimiento que se le inyectan a los animales para acelerar la cadena alimenticia, y cuando consumimos estos alimentos ingerimos sustancias que perturban a nuestro sistema hormonal. También rechazan comer carne, por las condiciones en las que se encuentran los animales, que se convierten en un entorno ideal para la propagación de enfermedades, como la gripe porcina o la gripo aviar. Y finalmente, el alimento de estos animales se basa en concentraciones de trigo, soja y maíz, que son alimentos ricos en omega 6, cuyo consumo excesivo es perjudicial para nuestra salud, por lo que comer carne a menudo, significaría poner en riesgo nuestra salud.

Por lo tanto, la dieta vegetariana se convierte en una opción saludable porque es rica en carbohidratos complejos y baja en grasas (saturadas principalmente), y suelen incluir abundantes cantidades de frutas y verdura. De esta manera, se acerca a las recomendaciones oficiales sobre una dieta equilibrada y saludable.

El propio documento de postura de la Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos sostiene que las dietas vegetarianas y veganas bien planificadas, son saludables, previenen ciertas enfermedades y son apropiadas para todas las etapas del ciclo vital, desde la infancia, hasta la edad adulta, e incluso pasando por el embarazo.

Según el informe “The Green Revolution” del año 2017, la salud es la última motivación para hacerse vegetariano o vegano, representa un 17%.

Compasión

La compasión hacia los animales es otra motivación de los vegetarianos, esta es la principal razón y según el informe citado antes, representa al 57%. Con la sociedad audiovisual, salen a la luz imágenes que aterra a la gente sobre las condiciones en las que viven y son tratados los animales en las nuevas industrias. Por este motivo, esta opción se convierte en la principal en cambiar nuestros hábitos, porque toca aspectos más emotivos y profundos del ser humano. Además, es algo que podemos ver y percibir al instante, no como el cambio en nuestra salud o el cambio climático, que requiere mucho más tiempo.

Según la encuesta de arriba, la mayoría de vegetarianos/as (71%) y veganos/as (79%) convive con algún animal, frecuentemente perros, o perros y gatos. Esto hace que tengan más empatía en cuidar a los animales y de ahí surge ese sentimiento antiespecista. Esta motivación gira en torno a eliminar el maltrato del animal durante su crianza y su edad adulta, así como a cuestionar si tenemos el derecho a utilizar los animales como objetos productivos.

Es el principal argumento sobre los que abogan los partidos políticos, los partidos progresistas luchan por erradicar el maltrato animal por entretenimiento, como los toros o en los circos. Pero solo los más extremistas, se atreven a hablar sobre las industrias cárnicas y otras empresas más poderosas en la escala social.

Sostenibilidad

El impacto y el beneficio de la dieta vegetariana en la ecología, es el segundo motivo para no consumir carne, según el informe “The Green Revolution” con el 21%.

Las dietas vegetarianas son la mayor herramienta para frenar el cambio climático e impactar positivamente sobre la ecología, más fuerte que el resto de las cosas que intentamos hacer a diario para convertir este problema, como cerrar el grifo mientras nos lavamos los dientes.

Con argumentos como: para producir un kilo de carne se necesitan 10.000 litros de agua, o que la producción de este kg de carne genera 30 kilogramos de gases de efecto invernadero (equivalente a usar un automóvil durante una semana) se entiende el poder que tiene la industria cárnica y la ganadería para empeorar nuestro planeta, que se convierten en la forma más cara ambientalmente de alimentar el mundo.

Por lo tanto, la huella de carbono de una dieta vegetariana generalmente se considera más baja que la de una dieta que contiene carne. Un estudio realizado por Shrink That Footprint investigó cinco dietas: la amante de la carne, la dieta mediana estadounidense, la dieta libre de carne de res, la dieta vegetariana y la dieta vegana. Este estudió concluyó que las dietas vegetarianas y veganas son las que tienen la menor huella de carbono, con 1.7 y 1.5 toneladas de CO2 equivalentes, respectivamente, por año por persona. Al mismo tiempo, los amantes de la carne emiten 3,3 toneladas de CO2 equivalente por año por persona, el doble que la dieta vegana.

La realidad sobre que dieta tiene menor impacto negativo sobre el medio ambiente, es más compleja, porque entran en juego muchos factores: el origen de los productos consumidos, la técnica de cultivo utilizada, la cantidad de suelo consumida… los diferentes estudios reflejan que una dieta vegetariana rica en soja y verduras puede ser más perjudicial para el planeta que una dieta que contenga un poco de carne si se cría en buenas condiciones.

La otra cara de la moneda

Desde hace pocos años el consumo de carne tiende a disminuirse en Europa. Al contrario, aumenta en los países en vías de desarrollo. Según el Informe del Consumo Alimentario en España, los españoles consumieron 2.114,78 millones de kilos de carne en 2018, un 2,6% menos que en 2017. Por lo tanto, España encadena seis años de caídas en el consumo de carne. Es decir, consumimos un 12% menos de carne que en 2012.

Sin embargo, los argumentos para criticar la dieta vegetariana siguen siendo los mismos: “los vegetarianos no comen las suficientes proteínas, tienen menos energía que una persona que come carne, les hace falta hierro, les hace falta la vitamina B12, a los veganos les falta el calcio, los vegetarianos son tristes, pálidos y no son amigables, los vegetarianos pertenecen a una secta…”

Las confrontaciones de los científicos son muchas, hay algunos que dicen en apoyo a esta corriente, que por naturaleza el hombre es omnívoro, necesita comer de todo. De esta manera, es como el cuerpo ha sido utilizado durante milenios. Por lo que, un sistema de exclusión de ciertos alimentos llevaría a deficiencias en la salud. Por lo tanto, es necesario tener la revisión de un especialista antes de excluir total o parcialmente los productos de origen animal en nuestra dieta para aprender a compensar los nutrientes que faltan, ya sea mediante una combinación de plantas o mediante suplementos.

Por otro lado, este argumento se puede contrarrestar con la opinión de los naturalistas más conocidos, como Georges Cuvier o Charles Darwin, que piensan que el hombre es vegetariano por naturaleza.

Otro de los argumentos para defender la fuerza del ser humano sobre el resto de los animales, es su legitimidad para poseer, criar y usar los animales, incluso para su placer, siempre que lo haga respetándolos. Aquí está la base del argumento, ya que respetar a los animales desde este enfoque significa respetar sus diferencias: los caballos, las gallinas o los cerdos, no pueden ser tratados de la misma manera. Tratar a un animal, por lo que no es, es maltratarlo. En definitiva, el respeto a los animales es especismo, no anti especismo.

En el libro “El mito vegetariano” de Lierre Keitch, escritora feminista y ecologista, afirma que “La agricultura es carnívora: lo que come son ecosistemas y los ingiere enteros.” En este libro se explica como la agricultura es lo peor que ha podido llegar a hacer el ser humano, porque la agricultura industrial acaba con la riqueza del suelo, desplaza y extingue especies, modifica los cauces de los ríos, los deseca y contamina. Por lo que supone un argumento más, en contra de los veganos, que piensan que sus cosechas no contaminan, y muchos de sus alimentos necesitan pesticidas o fertilizantes que están hechos a base de petróleo y gas.

En la dieta de los españoles, la carne es un elemento muy notorio. Sin embargo, se está produciendo un cambio en nuestras costumbres alimenticias. Por lo tanto, dibujar el perfil de alguien que incorpora alimentos de origen animal en su dieta es más difícil porque era la dieta establecida, la dieta convencional.

Aun así, si solo tenemos en cuenta a las personas que defienden los argumentos expuestos, es decir, los que “atacan” los principios de los vegetarianos. Se atribuyen a personas con valores muy conservadores, por lo general mayores de 35 años y con una ideología más tradicional, que encaja mejor en el espectro ideológico de la derecha.

07 July 2022
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